Hoy nos vimos después de una semana, la verdad me gustó mucho verte, pero no niego que sentía nervios y mi típica ansiedad; tampoco esperaba lo que vendría después (bueno puede que sí, pero uno siempre tiene esperanzas).
Mientras esperábamos que estuviera listo el almuerzo, guardabas tus cosas que aún quedaban acá; yo sabía que esto ya era una muerte anunciada, pero insisto, yo seguía con esperanzas de que quisieras luchar por lo nuestro.Te pregunte:
- ¿Qué pasa con nosotros? ¿Nos seguiremos dando tiempo?
Asentiste con tu cabeza, pero no terminaste el movimiento.
- Quiero conversarlo después del almuerzo. (Esas fueron tus palabras, ya sabía que la muerte estaba llegando, pero aún me seguía negando).Te seguí acompañando mientras guardabas tus cosas, no te miento, me sentía vacía, pero ¿qué sacaba con demostrarlo?; nos llamaron almorzar, bajamos y comimos, al terminar subimos nuevamente y la esperada conversación tuvo su inicio.
La relación llegó a su fin, fue tu decisión, pero yo la respete, era cierto, necesitábamos espacio, pero ese espacio perfectamente podríamos haberlo tenido aún estando juntos, el tema era que tú ya te habías aburrido de la relación. Una vez me dijiste "estoy más acostumbrado a estar solo, que a estar en una relación"; creo que esa frase jamás se me olvidará.
Respete tu decisión, no puedo obligar a nadie a quererme y menos a quedarse a dónde no quiere, no soy una cárcel y menos una loca (bueno algo, pero siempre digo que soy una loca buena, no de esas que dan miedo).
Cuando te fuiste, nos abrazamos, también lo hicimos antes, mientras decidíamos que era lo mejor terminar con la relación, creo que en esos abrazos te llevaste un pedacito de mí.Ya de vuelta en mi casa las lágrimas no aguantaron más, comenzaron a escapar, recorriendo mis mejillas y haciendo que por dentro se sintiera como que todo explotará, mi corazón, mi alma y mi mente quedaron destruidas por tu partida (4 años, no es menor, más que fueron viviendo juntos).
Te extrañé, pero siendo sincera, también sentía que me había perdido, que dependía mucho de ti, que me deje de lado, etc.
No hay culpables aquí, no hay quien es el bueno y quién es el malo; solo hay dos personas que decidieron que lo mejor era terminar algo que ya no estaba prosperando.
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Mi reparación
Randomuna historia de cómo me fui reparando (aún trabajando en ello), después de tu partida. No hay buenos, ni malos; esto solo lo hago para desahogarme.