-Capítulo 1-

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Hoy hace cinco años desde que mis padres me dijesen aquella mala noticia. Lo recuerdo perfectamente, estaban en el porche, en los bancos de color blanco que teníamos. Cada uno a cada lado, mi padre a la derecha, junto a la puerta. Y mi madre, junto a la ventana. Entre medias de ellos estaba, mi pequeña y dulce hermana con su sutil y encantadora sonrisa. De los ojos de mis padres, brotaban silenciosas lágrimas una detrás de otra, que recorrían rápidamente sus ya húmedas mejillas.

Yo les observaba desde la ventana, junto a la que estaba mi madre, los veía cogerse de la mano, como nunca antes lo habían hecho. Yo, lloraba junto a ellos, no quería que me vieran hacerlo, no podía dejar que me vieran.

Pausadamente e intentando tranquilizarme, caminé dirección a la puerta. Lentamente la abrí y al mismo tiempo, sonaban las bisagras oxidadas.

Salí y me senté frente a ellos, en un banco, estuvimos en silencio como media hora aproximadamente, corría una relajante brisa otoñal.

Tenía miedo a hablar, a decir cualquier cosa, a la reacción de mis padres. Cada momento pensaba las palabras que quería utilizar, para poder ser capaz de preguntarles que les ha dicho el médico.

Me sequé las lágrimas con el puño de la sudadera, y recomponiendo cada pedacito de mi pequeño corazón roto, me atreví a preguntar.

- ¿Me podéis decir lo que ha dicho el médico?- dije mirando directamente a los ojos de mis padres

Ninguno de los dos tuvo fuerzas para contestarme, mi madre no fue capaz de soportarlo y rápidamente entró a la casa con la pequeña en brazos.

En ese mismo instante, estábamos mi padre y yo, frente a frente. Miré directamente a los ojos a mi padre, podía sentir el dolor que tenía a través de sus ojos. No quería hacerme a la idea, no quería que fuera cierto. Los ojos de mi padre, obviaron las palabras, rápidamente me levanté y bajé los tres pequeños escalones que separaban el porche del suelo.

Empecé a correr con todas mis fuerzas, mientras lo hacía no podía parar de gritar. Era una mezcla de rabia, dolor, odio...

No podía imaginarme que esto le estuviera pasando a ella.No podía imaginarme que esto me estuviera pasando a mí. No podía creerlo que estole estuviera tocando de cerca a mi familia.     

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora