4. Donde todo comienza

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Después de haber gastado todas las monedas que le quedaban, Wonka se encuentra sentado en un banco junto a su maleta, resignandose a pasar la noche ahí

Acomoda su sombrero para sacar de él una vela, la cual con un solo soplo se enciende, saca también un reloj, una taza, una tetera con chocolate caliente y una cuchara

—Muy bien... hora de un chocolatito —sirve el chocolate en su taza y antes de darle un sorbo, se acerca un perro con la intención de morder su pantalón

—shuu, shuu —dice intentando hacerle retroceder, lo cual no parece funcionar

—¡Ey piggs! ¡Ven acá! —aparece un hombre controlando al perro —Disculpelo, parece que tiene un extraño interés en usted, soy el señor Lejía —se presenta

—Willy Wonka, un placer —le dirige un gesto amable —Y no se preocupe —responde—Debe ser el pantalón, se lo compré a un cartero

—Aah! A Piggs le gusta perseguir carteros últimamente —afirma, —Y... ¿piensa pasar la noche ahí?

—Aah... sí —Asiente el jóven —Sólo por esta noche, ya que mañana a esta misma hora planeo tener mi fortuna

—Mañana a esta hora estará convertido en hielo —asegura el hombre

—No exagere, tampoco es como que haga tanto frío —saca la cuchara de su taza y se da cuenta de que lo que solía ser chocolate caliente, ahora se había convertido en una paleta de hielo, —O quizás sí... —se retracta, aún sorprendido comienza saborear la paleta —Pero me temo...—continúa hablando, —que no puedo costear un lugar donde quedarme por hoy

—¡Eso no es problema! —responde el hombre, —conozco un buen lugar que no es  costoso donde seguramente podrá quedarse —propone

—¿De verdad? Yo... le agradezco mucho, enserio

—No hay de qué, sigame —el hombre comienza a caminar y el jóven toma su equipaje para seguirlo

Después de algunos minutos caminando donde ambos se quedaron en silencio, el hombre comenzó a hablar

—Hemos llegado, hogar dulce hogar —anuncia

Cuando ambos se acercan a la puerta se escucha una voz de mujer viniendo de adentro —¡Lejía! ¿eres tú? Espero que hayas traído mi botella de ginebra —sentencia

—Te traje algo mejor que eso —asegura —Un huésped

Una ventanilla de la puerta se abre dejando ver el rostro de una señora que sonríe al ver al jóven —¡Magnífico! Entren, bienvenidos —deja escapar una risa, con la que, cualquiera que no la estuviera viendo, pensaría que proviene de un cerdo

La puerta se abre dejando entrar a los dos

—Bienvenido a la casa de huéspedes y lavandería de Fregoso y Lejía, yo soy la señora Fregoso—se presenta

—Willy Wonka, un placer —sonríe

—¡Debes tener frío! —habla fingiendo preocupación —Anda, ve a la chimenea para que te calientes los huesos, ¿te ofrezco un trago de ginebra? ¡Noodle! ¡Ve a traer dos vasos de ginebra! —ordena a una niña de tez morena, cuyo cabello era chino

Wonka le toma la palabra y se sienta en el sofá junto a la chimenea, inclinándose un poco hacia ella para sentir la calidez del fuego —Muchas gracias, usted y su esposo son muy amables

La señora Fregoso suelta una carcajada
—¿Él, mi esposo? —voltea a ver al señor Lejía —¿Verdad que ya quisieras?

—No —niega en tono serio, dejando de reír

𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐏𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐚𝐬 | Willy WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora