Un chico, Otaku de primera por andar creyéndose el inmortal al cruzar las calles, termina siendo atropellado, perdiendo la vida...
━━Bueno, de todos los escenarios que pensé para morir, nunca me imagine siendo atropellado, me creía haciendo algo hér...
Es una bomba de tiempo.. Solo quedan tres meses y hay cambios muy drásticos...
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DOS MESES DESPUÉS.
—Debemos hacer algo! —Su voz salió enojada y exaltada mientras caminaba de un lado a otro, haciendo que los compañeros que lo miraran solo suspiraran con cansancio— Ese maldito esta destruyendo nuestro hogar, ¿Acaso soy el único que se da cuenta?
Los miró con enojo, ante los cual solos hombres solo se encogieron en sus asientos.
—No solo tu estas enojado Kaisa. —Le reprocho uno— Pero, tenemos que valorar nuestra vida... Ese hombre consta con varios ninjas a su cargo y si hacemos alguna cosa que no le guste, nos matara sin dudar.
Su voz salió con miedo y temblando un poco mientras hacía una mueca de desilusionada. De mismo modo que los demás.
Ya habían pasado tres meses desde que el magnate Gatō había llegado al país de las Olas y de lo que su presencia estaba significando para el país, al principio y las primeras semanas, todo iba de maravilla, pues los ingresos habían aumentado considerablemente y en poco tiempo se formo mucha productividad, sin embargo, luego de varios días y de un solo sopetón, todo se desmoronó.
De un momento a otro habían ninjas en el país, los cuales abusaban de su poder y se aprovechaban para tomar las cosas de las personas y en muchos casos, tomar a jovencitas para abusar sexualmente de ellas, sin embargo, no sabían si era un milagro, pero siempre terminaban muertos antes de hacer alguna barbaridad con una pequeña niña.
Toda la gente estaba asustada y ansiosa, expectante a que su Daimyo actuara en contra el magnate y que lo exiliara rompiendo cualquier acuerdo que tenían, ya que de un momento a otro estaba destruyendo la economía y estabilidad social del país, creando desestabilidad en el orden de las cosas y un aumento excesivo en los precios de los productos, resultando sorprendente comprar pocas cosas y que en ellas te gastarás un dineral.
No obstante, su Daimyo no daba señales de vida y al contrario, al parecer no le importaba en lo más mínimo la situación del país.
—¡Va a terminar con todo! —Volvió a hablar impaciente y con el enojo latente en su voz— ¿Has visto a los niños en la calle? Están muriendo.
Y no estaba exagerando, tal era el impacto de lo que aquel bastardo había causado que el país con el paso del tiempo y los días iba de mal en peor y siendo el un ciudadano del país, no podía quedarse sin hacer nada.
—No importa si no ayudan.. Yo si lo haré.
Afirmó con determinación y alejándose dejando a sus amigos preocupados.
—Lo único que logrará es que lo maten, Gatō no es alguien que se pueda tomar tan a la ligera. —Apretó sus puños con enojo contenido y frustración.
