parte tres

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—¿Cuánto más tiempo estaré en esa dichosa selección final? —preguntó dramáticamente desganada Rosé, tras sentarse en la mesa con ambas al prepararles la cena

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—¿Cuánto más tiempo estaré en esa dichosa selección final? —preguntó dramáticamente desganada Rosé, tras sentarse en la mesa con ambas al prepararles la cena.

—¡Son siete días! —Jennie suspiró pesadamente, nuevamente teniendo que oír la obsesión de Lisa con el último anime que había visto y no superaba, y aparentemente, Rosé estaba dispuesta a seguir sus tonterías con tanta paciencia y cariño que no podía creerlo. Ni ella soportaba a veces lo otaku que era su omega—. Te quedan dos. Tendrás que superar al último demonio, según mis informes comió más de ochenta humanos.

—Entonces, ¿Es probable que si llega a los cien humanos se convierta en una de las doce lunas demoniacas? Me tocará difícil. —pese a que las palabras de Rosé no fueron más que para continuar la charla boba con Lisa, el silencio reinó.

Jennie observaba a Rosé sorprendida y Lisa no se quedaba atrás, con sus grandes ojitos brillando de emoción y felicidad al observar a su alfa.

—¿Qué? —susurró asustada—. ¿Dije algo mal?

—¿Entiendes de lo que Lisa habla? —sin dudarlo, asintió con una sonrisa tan adorable.

—Sí, todo de lo que ustedes hablan lo investigo —explicó—. Quiero poder entenderlas siempre y tener mucho de que hablar con mis omegas.

Lisa jadeo y Jennie se sonrojó, sin embargo, la Tailandesa no se pudo contener a levantarse de su asiento y acomodarse en el regazo de Rosé abrazándola fuertemente.

—¡Dijiste que somos tus omegas! —chilló emocionada, apretando más el agarre entre besitos desordenado en la cabellera de Rosé—. ¡Ya terminaste la selección! Has aprobado, Jennie nunca se interesa en lo que veo, ¡Es primera vez que alguien lo hace!

—Lisa, suéltala. La vas a matar. —murmuró Kim entre risas, casi sintiéndose culpable por no haberse dado cuenta lo importante que era para Lisa algo como ello, pero no podía negar que la mención de ser las omegas de Rosé y la confusión de la alfa, realmente había impactado en su corazón.

Cuando Lisa la soltó, Rosé movió su silla hacia atrás para separar sus piernas y que la omega se sentase cómodamente sobre uno de sus muslos. Jennie las observaba con cariño, pero cuando la mirada de la alfa cayó sobre ella, no pudo detener su sonrojo y el desvío de su mirada nerviosamente.

—Ven aquí, Jennie. —invitó Rosé, palmeando su muslo libre.

Manoban sonreía maliciosamente, sabiendo lo mucho que a Jennie le gustaba ser consentida. Siendo la primera vez en la vida que alguien la trataba con tanto cuidado y cariño, sabiendo también que pese a huir de aquellas acciones, se rendía a ellas rápidamente.

Con Jennie sobre el muslo de Rosé y Lisa en el contrario, la rubia acarició las mejillas de las omegas con ternura, pasando su mirada a cada uno sin perder detalles de sus finas facciones.

de omegas y alfa ↬ jenlichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora