『Entre Galletas y Juegos de Mesa ✮ Gregvan』

Una agradable velada en familia

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—¡¿En serio?!  —preguntó irritada—. De todas las opciones que había, ¡¿Invitas a ese?!

No era ninguna incógnita para nadie que su melliza y su amigo se depreciaban mutuamente.

Mucha gente piensa que es por el incidente desde el cual se cumple ya medio año; el día que, sin saberlo, Gregory previno una desgracia que no solo mancharía la reputación de los Afton permanentemente, sino que también los condenaría a una vida repleta de miseria y culpa.

Y, ¿cómo hizo que Evan saliera ileso de esa "broma" de mal gusto? Fácil, se pegó con su hermano y..., por increíble que suene, contra todo su grupo de amigos; una mancha imborrable en la estima de todos ellos.

Pero no, a Elizabeth no le caía mal por eso. Si le preguntaran a día de hoy lo qué pensaba sobre lo sucedido, seguiría respondiendo que su tonto hermano se lo merecía por completo.

Gregory le caía mal, más que nada, por dos razones: Sus personalidades no se complementan muy bien, pues parecen estar eternamente en una pelea de egos y, además... ¡El muy pesado no se despega de su mellizo!

Ya sea en clase, en la pizzería de su padre o en su propio vecindario, cada vez que le apetece hacer algo con Evan, ¡Se encuentra con el niño ese revoloteando a su alrededor!

Dios mío, ¿es que no tiene más amigos o qué?

—Eli, sigo sin entender por qué no te agrada Gregory —dijo mientras se levantaba de la cama desganado, pues no es muy agradable que tu hermana te levante a primera hora de la mañana para reprocharte tus amistades—. ¿Te dijo o hizo algo? A parte de las tontas peleas que teníais hace cinco años.

—¡Claro que no! El día que se vuelva a atrever a tocarme el pelo, lo dejo sin cara—se cruzó de brazos—. Lo que digo- bueno, ¿No había otra opción?

—Por si se te olvidaba, no es que tenga muchos más amigos —se frotó los ojos intentando quitarse el sueño.

—¡Yo soy tu amiga! —bufó.

—Lo sé, pero- —suspiró, poniéndose de pie—. En serio, ¿por qué te molesta tanto? Que yo sepa, ni siquiera os topais.

A su mente, llegaron fugaces recuerdos de las múltiples veces que Gregory no solo logró batir su récord en algunos juegos en el Mega Pizzaplex, sino de las miradas de suficiencia que le dirigía cada vez que Evan se acercaba a él en vez de a ella en el recreo o las peleas que estos tenían con diez años, donde al niño parecía darle bastante igual que su oponente fuera una mujer.

Además, no le daba confianza que su mellizo se llevara con alguien como él. Son mundos completamente diferentes, antes pensaba que solo era cuestión de tiempo que se alejaran, pero resultó ser al revés y ahora están más unidos que nunca...

—Simplemente, las navidades son para pasarlas en familia de toda la vida, ¿qué pinta él aquí? —bajó el tono de voz—. Ya sabes lo que piensan nuestros padres de él.

Los gritos de su madre avisándoles de que el desayuno ya estaba servido les espabiló y empezaron a caminar hacia el pasillo.

—Lo hablé con ellos —comentó aún algo adormilado—. Le van a dar una oportunidad.Vendrá a cenar con nosotros ésta noche.