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[Fyolai]
[Estás helado]

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Estas fechas sólo significaban una cosa para Fyodor: no me toques, es un día santo. Y por mucho que quisiera darle un simple beso en la frente que no tenía ni la más mínima connotación de insinuación, el muy tontito le ponía la mano en toda la cara y lo sacaba para afuera de la habitación.

Estaba levemente frustrado, si, pero entendía sus motivos y respetaba todo ese asunto, por lo que se resignó a mitades de diciembre y decidió que esperaría a que volvieran los días normales. Su cena esa noche se vería un poquito interrumpida por Dazai, que venía junto a ese chico tigre al que le apuñaló la pierna y le lanzó un poste telefónico, ambos se llevaron a Sigma a una fiesta más tradicionalmente japonesa.

Y no le veía lo malo, de hecho estaba totalmente de acuerdo en que Sigma saliera a conocer sus alrededores, incluso si iba acompañado de malas influencias como Dazai; el problema era lo incómodo que se veía su novio.

No hacía nada para alterarlo desde hace semanas por miedo a que algo malo sucediera, y ahora sin siquiera pensarlo, algo ya había sucedido y no tenía ni idea de qué era. Las lucecitas del árbol navideño estaban bien, la comida recién hecha seguía calentita, el chocolate caliente no había sido mezclado con vodka ni nada, el balcón se encontraba cerrado junto con las persianas, el mantel de la mesa estaba intacto...

Las posibilidades continuaban conforme más analizaba su ambiente, el pánico comenzaba a llegar a lo más profundo de su existencia cuando los brazos de Fyodor le rodearon por la espalda. Sintió su aliento tibio chocar contra la piel de su cuello, lo tenso que se encontraba, y... había algo más...

— Dos-kun, ¿qué s-sucede?– preguntó mientras dejaba los platos secos en la alacena — ¿Pasó algo malo?

El ruso no supo exactamente cómo debía contestar sus preguntas, la preocupación en su voz era evidente y era lo que menos deseaba para Nikolai en estas fechas. La cena no estaba servida, porque tal vez deseaba otra cosa para poder comer. Y odiaba, odiaba tener que admitirlo, pero ya no podía soportarlo por más tiempo o realmente recurriría a otros métodos muy poco convencionales.

Así que solamente apretó a Gogol con una fuerza más leve, deslizando sus dedos hasta el borde de su suéter con el diseño navideño más adorable de todo el maldito mundo. El estremecimiento del contrario le hizo dudar unos instantes, pero tragó saliva para armarse de valor, aunque no hubiera hecho esto prácticamente nunca desde que su relación empezó.

— T-Tengo frío– explicó sin más — Necesito q-que me ayudes a... a... e-entrar en c-calor, por favor...

— Oh... ¿la calefacción volvió a fallar?– preguntó de repente, Fyodor le miró incrédulo por detrás de su hombro — ¿Es eso? ¿O tal vez no estás lo suficientemente abrigado? ¿Te consigo otro suéter?

— Nikolai...

— Espera, ya sé, déjame subir a la recámara, ya vengo

— Nikolai...

— ¿Quédate en el sofá, si? No tardo nada nadita

— ¡N-Nikolai!– consiguió llamar finalmente su atención, haciendo que se detuviera a mitad de camino — Quiero q-que te-tengamos... s-sexo...

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⏰ Última actualización: Jan 03 ⏰

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Calor en Invierno // BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora