Noches

1 0 0
                                    

Me despierto sudando y con lágrimas en los ojos, miro al reloj de mi mesilla de noche y suelto un suspiro pesado: la quinta noche sin dormir, despertándome a las dos de la mañana por la misma maldita pesadilla. Me incorporo lentamente, quitándome con los pulgares las marcas que las lágrimas habían dejado en mis ojos, y recuerdo con una pizca de inquietud lo que mi mente había soñado

Una sombra, unas luces destellantes enfocadas en mi cara, un gran choque y... silencio.
Mis oídos explotados por un pitido taladrador y agudo que no me deja pensar. Esa cara tan familiar que de repente se me acerca, mi incapacidad de moverme y la pesadez de mi respirar. Cuando su mano trata de tocarme, el sueño se esfuma y me sobresalto.

Suelto un gruñido molesto, provocado por el punzante dolor que que siento en mi cabeza sin motivo conocido. Tambaleante, me acerco a la mesa y agarro mi teléfono.

Mañana es un día importante, mi hermana no ha parado de repetírmelo con mala intención durante la semana entera, haciendo florecer mis nervios.
Tal vez esa es una razón lógica para la pesadillas, o eso trato de pensar para calmarme.

Es el día en el cual comienzo mi primer trabajo después de cumplir los diecisiete; músico en un bar moderno.

Conseguí la oferta gracias a una amiga de mi hermana, que trabaja allí de camarera, así que me siento en el deber de causar una buena impresión en el primer día o me mandarán a la calle.

Tengo un mensaje de mi mejor amiga, mandado antes de las nueve de la noche, seguramente con alguna tontería escrita. Lo ignoro y trato de buscar algo que hacer para distraerme durante lo que queda de noche.
Rendido por la falta de diversión que he tratado de encontrar en el móvil, decido dar un paseo nocturno por el piso para estirar las piernas y pensar.
Mi hermana está profundamente dormida cuando asomo la cabeza por la puerta entreabierta de su cuarto; mi padre está en su turno nocturno en el hospital.

Me gusta el silencio de la noche, el sonido amortiguado de los coches en la calle, la reconfortante sensación de estar en paz. Me asomo al ventanal del salón y miro al cielo estrellado mientras pienso en todas las razones que se me ocurren para que mañana las cosas no se tuerzan, consejos que me enseñó mi madre. El aire fresco de la noche me acaricia el rostro y cierro los ojos en reacción, respirando hondo.

Todo saldrá bien
~

Besos invisiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora