🔫 ;; Chorro ⎯⎯ Enzo x Julián

― capítulo dos ❜

Julián estaba en su nuevo trabajo, el cual consistía en atender una librería. No estaba de ánimos, de hecho, había faltado y la universidad y se quedó todo el resto de la mañana tirado en su cama, escondiendo su rostro en la almohada para ahogar sus gritos de frustración. Estaba enojado consigo mismo, enojado por no haberle prestado atención al paro de colectivos, enojado por no haber llevado su billetera para tomar un Uber y enojado por haber decidido caminar por esa vereda tan desolada. Se sentía tonto. Peor aún, se había quedado sin celular. Tenía muchísimas cosas allí que ahora no podría recuperar. Gran parte de su vida privada en manos de un completo desconocido.

El cordobés de sentía vulnerable, y ni siquiera sabía del todo como explicarlo. Cuando sus compañeros llegaron a la casa, no le quedó más remedio que explicarles lo sucedido. lo consolaron, le dijeron que no se preocupe, que seguramente algún conocido de alguno de ellos tendría un celular viejo que podía prestarle. Sin embargo, Álvarez sabía que eso no sería hasta dentro de varios días y no recordaba el número de celular de su patrón, así que no tenía modo de explicarle lo sucedido. Tampoco sentía que faltar era la mejor opción. Era su primer día allí y definitivamente necesitaba causar una buena impresión si quería juntar algo de dinero para pagar su parte del alquiler, comprar los materiales para la universidad y de a poco, ir ahorrando para un nuevo celular.

—Bueno, al menos no esta tan mal. —dijo en voz alta, intentando darse algo de aliento

No acudía mucha gente en ese horario. La mayoría de los clientes parecían acumularse al mediodía, cuando los niños salían de la escuela. Julián trato de hacer memoria de cuando en su vida había ido a comprar un mapa físico-político a las 7 de la tarde. Definitivamente, nunca. Y dudaba mucho de que alguien sea tan irresponsable como para hacer eso. La mayoría de sus clientes parecían ser madres enojadas porque sus hijos habían olvidado algo que era para el día siguiente.

Aprovechando la falta de clientes, el cordobés decidió ir al fondo del local para ir a buscar más sobrecitos de papel glasé, puesto que faltaban varios en la estantería. Necesitaba algo para despejar su mente de todo lo ocurrido esa mañana.

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Enzo frunció el ceño mientras leía el grupo de WhatsApp de su grupo de secundaria. A veces, se preguntaba por qué había retomado sus estudios. Hacía ya un par de años que los había abandonado para hacer changas y algunos trabajos, con el propósito de ayudar a su mama a mantener la casa y a sus hermanos, sin mucha suerte. las changas duraban poco y nunca lo tomaban efectivo en ningún trabajo, o directamente, no lo contrataban. Tal vez era por su forma de vestir o su forma de hablar. Quizás era porque, cada vez que entregaba un curriculum, la cara de la persona que lo leí cambiaba, indicando cierto disgusto, cuando veía la dirección de su domicilio. Posiblemente mejorar su conducta y cambiar su domicilio en el documento nacional de identidad o mentir en su hoja de vida hubiese sido mejor idea, pero Enzo ya estaba cansado, y cuando un grupo en el barrio lo invito a salir de rally delictivo, él le tomo el gusto.

El moreno sabía que estaba mal. Su madre se encargaba de decírselo, pero a él le daba igual. Había abandonado el secundario para conseguir dinero, mas lo rechazaban de todos los trabajos, ¿acaso había otra opción? No hurtaba en su barrio ni a personas mayores, así que, según él, no era tan grave. No le robaba a gente que no se podía recuperar. Un par de robos al día en dos o tres horas le permitían tener tiempo libre para estudiar. O al menos, eso fue la excusa que le dio a su progenitora. Fernández no estaba interesado en lo absoluto en terminar la secundaria, sabía que, sin un título universitario, tampoco conseguiría un trabajo; pero su madre creía que estaba equivocado. Y si volver a estudiar durante tres horas en la escuela nocturna con la promesa de dejar de robar cuando obtenga su título le permitía que su madre deje de romperle las pelotas, entonces él aceptaba el trato.