Punto de partida

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Como espectador del culebrón que estás a punto de presenciar en este formato digital, te recomiendo antes de nada, ponerte un pijama cómodo, de estos con borreguillo que te regalan en navidad porque nunca vienen mal, ir hasta tu despensa a por un par de pañuelos y por qué no a por algo para picotear, pero, sobre todo, pedir cita con tu terapeuta de confianza, porque como esto te haga plantearte hacer algo similar a lo que yo he hecho, por tener un par de historias que contar los domingos en la sesión vermú con tus amigos, tener agendada la cita con tu psicólogo será la mejor decisión tomada hasta el momento, porque te puedo asegurar que si algo define bien lo que irá transcurriendo en los siguientes capítulos, es que lo que no mejora, empeora. 

Entiendo que en estos instantes estés confundido. Yo también lo estaría. Así que, empecemos por el principio. ¿Qué le puede llevar a una persona a descargarse una aplicación de citas para ligar como puede ser Tinder? Bueno, seamos más concretos... ¿qué demonios me lleva a mí a hacerlo? 

Si te estás preguntando que quién o cómo soy para no sólo adentrarme en el mundo Tinderiano, sino haber reclutado tantas historias que me han llevado finalmente a querer dejarlo plasmado, creo que primero, estaría bien que nos presentáramos.

Mi carta de presentación intentaré que sea lo más objetiva posible, aunque para qué engañarnos, cuando el drama y la intensidad poseen a una, esta objetividad se ve manchada y atacada por la auto realidad que una se cree y que crece como la espuma de una caña mal tirada. Podría haberme ido bien en el amor y estar contando la típica historia de chica conoce a chico, duran media vida juntos pero ambos notan que ya no sienten lo mismo, que esa llama que tenían se ha perdido y que ahora mismo lo que les interesa en su nueva etapa es acostarse con muchas chicas y muchos chicos por el mero hecho de tener diferentes encuentros sexuales de los que sacar algo de provecho, y que si en un futuro aparece otra persona con la que compartir su otra media vida, estarán abiertos. Habría sido bonito. Pero demasiado sencillo para llamar mi atención. 

La historia que te vengo a contar es la que surge tras haber vivido varias relaciones de pareja catastróficas que te mandan de cabeza a terapia y a las cuales no les puedes enviar una factura para que, por lo menos, aunque la relación haya sido horrenda, que como mínimo aportasen su granito de arena pagándote una indemnización por las molestias ocasionadas en tu estabilidad emocional. También te diré que no voy a ser la que te diga que nunca se ha enamorado, que no ha tenido la gran suerte de experimentarlo, por todo lo alto. Amar profundamente hasta sentir que sois uno, sabiendo que sois dos. Tampoco te diré que he sido la soltera de oro. La mayor parte del tiempo he estado en relaciones o vínculos sexo-afectivos largos, hasta la actualidad. Una mañana te levantas y de repente te ves inmersa en una especia de ruleta de la suerte del amor,  en la que el bote es encontrar una "relación sana" y caer en la casilla "quiebra" es quedarte a 0, teniendo que empezar de nuevo el juego, mientras luchas con tus propias expectativas y las aplicaciones de citas de por medio.

Soy consciente de que existe la "dependencia emocional", que no necesitas a otra persona para estar completa, que la persona correcta aparece y no tienes que desesperarte en que eso suceda, y un largo etcétera de consejos patrocinados por mis amigos no solteros del grupo. Porque algo relevante es mencionar que la única que no tiene pareja en mi entorno, soy yo. 

Este don que poseo de ser curiosa, mi eterna fascinación hacia las películas cuyo contenido es el drama romántico, el no querer desaprovechar ninguna experiencia que se me brinde  y mi personalidad fantasiosa que anhela en el fondo el no estar soltera, ha desencadenado en una serie de encuentros fortuitos que han hecho que la persona que era antes de usar las aplicaciones de citas, sea una diferente a la que ya no lo hace (o al menos por el momento). Así que sí, esto podría ser un "Lo que Tinder me dio, pero se llevó". 


Lo que Tinder se llevóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora