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No dejaba de preguntarme quién diablos había escrito esa carta tan ridícula. O sea, ¿una carta en pleno siglo XXI? La persona que hizo eso debía ser muy cobarde. Además, me daba un poco de miedo. La rompí y la tiré a la papelera que estaba junto a mi cama.

Me tumbé con un dolor de cabeza horrible. Entonces, recibí una llamada de mi tía; me dijo que había salido con unas amigas y que cuando volviera me iba a echar la bronca por haber llegado borracha a casa y por hacer que la vecina me llevara hasta mi cama.

Espera, ¿ella dijo la vecina? Se refería a Estefanía, ¿verdad?

Se lo pregunté y, en efecto, era mi enemiga.
Le di las gracias a mi tía por la llamada y colgué.

Me emocioné durante unos minutos. Miraba al vacío con una sonrisa tonta.
Después de mucho fantasear, me puse a pensar que había cosas que no cuadraban.

A Estefanía la conocí este año y nunca le hice caso en todo el año que fuimos vecinas. Quizás se enamoró de mí desde que me vio, eso es espeluznante, porque me haría pensar que Estefanía está obsesionada conmigo. O quizás nos conocemos pero yo no la recuerdo, o tal vez todo lo que dice la carta es mentira.

De todas formas, decidí averiguar qué planeaba Estefanía con esto. No puede estar pensando en enamorarme para luego humillarme, ¿verdad? Eso es muy típico de las películas románticas.

Empecé a reír y luego me ruboricé al imaginar cómo sería tener a Estefanía de novia. Luego me di una bofetada por pensar en eso. ¿Cuándo había empezado a verla con otros ojos? No ha pasado ni medio año. Aunque dicen que una persona solo necesita seis segundos para enamorarse.

¿Enamorarse? ¡Qué va! ¡Esto no es amor! Es solo curiosidad y rencor que se confunde con otro sentimiento. ¡No es amor!

Solo para ver qué hará, decidí seguirle la corriente a mi enemiga.

Tengo que recordar que ella me quitó la popularidad en el colegio y que me arrebató todos mis primeros puestos y a mis pretendientes.

Y la odio.
Pero aun así le contesté.

"Oye, ladrón de zapatos ¿qué onda? ¿Me lo devuelves o qué? Y ya de paso, dime cómo te llamas.
No es que me muera por saberlo, pero me da curiosidad. Venga, no seas tímido.
Firma: Cenicienta (la que perdió su tacón)."

Qué bobada, ¿no? Pero bueno, así soy yo. Le hice caso al mangante de mi zapato y dejé la carta debajo de unas flores que hay en la entrada de mi casa. A ver qué hacía ahora Estefy, la muy bruja.

...

Era domingo, una semana después de la fiesta de Sam, una semana de ignorar los intentos de amistad de Estefanía, una semana sin salir a ningún lado y me aburría como una ostra. Todas mis amigas estaban liadas con los deberes o con alguna tía pesada. Genial, estaba sola y aburrida.

Limpié la casa, puse música, estudié un poco para unos exámenes que tenemos el mes que viene y solo habían pasado tres horas y media. Pero, de repente sonó el timbre y fui a abrir corriendo.

¿Y quién creen que estaba ahí?

— Hola, mi vida —me saludó mi ex novio con una sonrisa falsa.

— Anda, mira, el que faltaba —le contesté cerrándole la puerta en las narices. — Estúpido —murmuré.

— Pero tengo una carta.

Me quedé confundida, ¿A caso él trabajaba con Estefy para arruinarme?

— ¿La carta es tuya? —pregunté abriendo la puerta otra vez y con ansias.

— ¿Qué carta?

— No te hagas el idiota, Tomás.

— Oye, ¿podemos hablar? Yo solo encontré esta carta tirada por ahí.

— Dámela —exigí con emoción, pero mi ex la apartó y me preguntó celoso. — ¿De quién esperas esta basura?

—Eso no es de tu incumbencia. Dámela y lárgate, no tenemos nada que hablar —me lancé sobre él para arrebatarle el papel.

Tomás me empujó y me caí, me di un golpe en el omóplato izquierdo contra el marco de la puerta. Solté un gemido y él aprovechó para entrar en la casa.

Le dije de todo y le amenacé con llamar a la policía, pero le dio igual. Lo dejé hablar. Tomás dijo que por qué no le contestaba sus mensajes o llamadas, que me quería, que no me sacaba de la cabeza y que fue Estefanía quien lo besó primero. Le dije que me daba igual y que nunca lo quise, y le pedí la carta.

— ¿Qué coño tiene esta cosa que tanto la quieres? —preguntó refiriéndose a la carta.

Intenté quitársela a la fuerza, él corrió a encerrarse en el baño de mi casa y empezó a leer el escrito en voz alta mientras yo le rogaba que se fuera de mi casa y que parara. Al mismo tiempo golpeé la puerta para ver si algún vecino se enteraba y me echaba una mano.

Corrí a mi cuarto por mi celular para llamar a la policía, pero Tomás apareció detrás de mí y me lo quitó para tirarlo contra el suelo. Me echa la carta arrugada sobre mi cara. Él estaba enojado y forcejeó de manera violenta conmigo hasta inmovilizar mis manos.

—¡Sueltame! ¡Ayuda! —grité.

— ¿Qué mierda es eso de Cenicienta? ¿Estás en un juego de rol? Y además con una mujer, ¿Por qué no la llamas y hacemos un trío? Estoy seguro que no olvidaste como te hacía sentir mi polla, ¿Verdad?

— ¿Esa mini cosa? Apenas si sentía algo. Llamar a mi chica sería sólo para desilusionarla si se va a acostar contigo. Maldito precoz —respondí para que me dejara ir. Creí que al herir su orgullo me dejaría en paz.

Tomás me insultó y me dio el roce de una bofetada. Él nunca me había tratado así a pesar de nuestras peleas. Estaba empezando a tenerle miedo.

— Te he amado todo este tiempo maldita zorra. ¿Te crees demasiado buena para estar conmigo? No puedes terminar lo nuestro así como así. Te di algo de tiempo pero —mi ex sacó un arma, una 9 milímetros, la cual apuntó hacia mí haciendo que se me hele la sangre y se me detenga el corazón — , pero creo que contigo siempre lo hacíamos rudo, ¿No? ¿Me vas a escuchar, Laura?

— S-sí —asentí, asustada.

— Bien, para empezar ¿Quién es la puta por la cual me cambiaste?

Todo Sobre Ella [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora