La semana fue larga, pero por suerte, solo faltaba media hora para que saliéramos de clases. Mientras miro por la ventana el cielo despejado y el patio de la secundaria, escucho a la maestra de fondo explicando la tarea para el próximo lunes.
A mitad de mi meditación, una voz con tono de molestia interrumpe mi concentración.
-Sam, ¿quedó claro lo que van a traer la próxima semana?
Inmediatamente, volteo hacia la maestra, ella me mira indignada debido a que la estaba ignorando. -Ah... sí, perdón.
Unas risitas suenan a mi alrededor y me pongo nervioso. Por fin, salimos de clases. Carlos, mi mejor amigo, se me acerca para invitarme a su casa. Normalmente aceptaría, pero esta vez rechazo su oferta. Tengo planes con mi hermano esta tarde y no quiero perderme la oportunidad.
-Nos vemos, chicos -les digo antes de dirigirme a casa lo más rápido posible.
Una vez allí, llamo a mi hermano. -¡Toño!
Pasan dos minutos hasta que por fin me abre la puerta -No me digas así, cabrón. ¿Qué pasó?
-Pues ya llegué wey-. Entro a la casa y dejo mi mochila para descansar un rato -¿Hiciste de comer?
-Sí, sí. Sírvetelo-. Me dice Antonio mientras apunta a una olla con estofado
Antonio y yo hemos tomado la costumbre de consumir contenido de terror en cualquier formato. Sin embargo, nos hemos ido insensibilizando, y eso nos frustra cada vez más. Nuestros padres regresan a casa a las seis de la tarde, así que tenemos cinco horas para hacer lo que queramos.
-Oye- volteo a ver a Antonio sugiriendo que tengo una idea
-¿Qué quieres?
-¿Y si usamos Randonautica? Mañana no hay clases y tenemos tiempo.
Antonio me mira con incredulidad. -¿Eso no es peligroso?
-Pensé que ya no le tenías miedo a nada -le digo en tono de burla, y él me responde con un gesto de desdén.
Terminamos de comer y nos arreglamos. Preparamos nuestras bicicletas y, al abrir la aplicación, nos manda a una ubicación remota.
Mientras pedaleamos, me pregunto qué encontraremos. Tal vez una USB con contenido delicado, o incluso un teléfono olvidado. A medida que nos acercamos, mis piernas se cansan cada vez más; no estoy acostumbrado a andar en bicicleta por tanto tiempo.
Una vez llegamos, Antonio se baja y comienza a buscar.
-Eh, Samuel, yo busco por estos matorrales y tú por ese árbol, ¿sí?
Estoy tan cansado que asiento sin protestar, escudriñando el suelo en busca de algo extraño.
Mientras bebo agua, pienso en todos los videos que hemos visto sobre esta aplicación. Por momentos, me dan ganas de grabar la experiencia para conservarla como un gracioso recuerdo.
-Mira, encontré esto -me dice Antonio mientras se acerca con una cajita de madera.
-A ver, ábrela.
Al destaparla, vemos dos cosas dentro: un pequeño símbolo triangular de madera, que parece tener un grabado que no reconozco, y una hoja bien doblada de apariencia desgastada. Al abrirla, solo notamos una maraña de ceros y unos.
-Entonces... ¿era esto? -pregunto decepcionado.
-No seas imbécil, está en código binario. Vamos a casa y lo traduzco.
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Sigilo mortal
FantastiqueEn una busqueda insaciable por experiencias fuertes, Samuel y Antonio se aventuran a lo desconocido utilizando la aplicación Randonautica, en la que encontrarán unas instrucciones que pondrán al límite la mente de Samuel.