Ella lo observaba con cautela. Él no lo sabía siquiera.
Con frecuencia, Suzune Horikita despegaba los ojos de los pasajes por que sus ojos viajaban en aquel libro que de la biblioteca extrajo. Ese joven al que conocía por la superficialidad visual también cargaba siempre con un libro, un libro de ofensiva anchura, un título y autor enigmáticos para Suzune. Vio como una ventaja el gusto de aquel por la literatura —aunque desconocida para ella—, pues considerando qué lecturas consumía el joven, podría armarse de una más acertada idea para juzgarle.
Esperó con paciencia el término de la última clase del día para acercársele y hacerle la propuesta que por días estuvo estructurando. Se fue la profesora y con lujuriosa impaciencia los estudiantes abandonaron el salón.
El único aparente amigo de Suzune, Kiyotaka Ayanokoji, intercambió escasas palabras con ella. Se fue.
El aula se enterró en el silencio. [T/N] era calmo, sereno y reservado de manera intrigante. Abrió su grueso libro, lo apoyó sobre el pupitre y comenzó su silente dosis de lectura.
Suzune le atrapó con los ojos. Lo tenía en el momento y espacio adecuados. Se puso de pie, reflexionando sobre todas las posibles respuestas de los posibles resultados derivados nacientes de su propuesta. Se puso de pie y caminó. Tomó asiento frente a él, se volvió y miró un poco lo que el libro decía. No lograba concordar lo visto con lo previamente conocido.
—¿Hace cuánto comenzaste a leerlo?
[T/N], quien, naturalmente, percibió la presencia de Suzune, había decidido pasarla por alto.
—Hace una semana.
—Has avanzado bastante —dijo cuando notó que había leído al menos una tercera parte.
[T/N] vio desgracia en la interrupción de su pasatiempo. Memorizó la página en que se quedó y cerró el libro. Suzune entonces supo qué había estado leyendo. Los Hermanos Karamázov, de Fiódor Dostoyevski, para precisar.
—¿Quieres cometer un parricidio?
—No aún.
[T/N] echó el cuerpo hacia atrás; recargó la columna vertebral sobre el respaldo de su asiento.
—¿Qué quieres?
—Tu ayuda.
—¿Mi ayuda? ¿Mi ayuda para qué?
—Para ascender hasta...
—De nuevo con este cuento —interrumpió desagradablemente—. No estoy interesado en ayudarte ni en sacar adelante a toda una bola de idiotas que han dejado de esforzarse por salir adelante.
Suzune no había esperado que [T/N] fuere tan inclinado a despreciar al resto. En demasía, le desagradó su actitud.
—Hazlo por ti, entonces, pero sé de ayuda para salir de esta horrible mazmorra llamada "Clase D".
[T/N] se cruzó de brazos y negó con un movimiento de cabeza.
—No puedo llegar hasta la tan glorificada Clase A si estoy atrapado con todos ustedes.
—Es por eso que quiero que aportes: para no estar estancados aquí.
—¿Y por qué unos pocos tenemos que hacerle el favor a todos los estúpidos con lo que comparto el aula? Es injusto: que una minúscula parte sea quien trabaje por una mayoría. Qué vergüenza me da ser compañero de todos ustedes.
Suzune comenzaba a odiarle. Se le arrugó el entrecejo, demás disgustada por la actitud del chico al que creyó mínimamente amable. Era un imbécil.
—¿Tan egoísta eres? Pensé que eras distinto.
ESTÁS LEYENDO
Factótum [Suzune Horikita × lector]
FanfictionOne-shot. Suzune Horikita propone al joven [T/N] [T/A] el unir fuerzas para, colectivamente, escalar hasta llegar a la Clase A. Sin embargo, éste no muestra apoyo por el plan de Suzune, y, propone un plan, una competencia, en que ambos dan lo mejor...