Muñequitas de Porcelana |kth|jjk|

Capítulo 1: Casado con Kim

La familia del chiquillo no lloraba, ni siquiera se notaba tristeza alguna en sus rostros. Todos estaban serios y firmes en sus lugares alrededor del ataúd de madera, mojándose bajo la lluvia y lamentándose en silencio en la penumbra de la madrugada.

Bajo el cerezo, junto a la tumba aún vacía del jovencito fallecido, un muchacho yacía sentado, ahogado en llanto. Sus sollozos lastimeros llegaban a oídos de los familiares y junto a él deseaban llorar y lamentarse abiertamente.

En tanto una señora mayor llegó a la escena tan gris, arrastrando su pierna coja mientras cerraba el paraguas que la acompañaba, permitiendo a la lluvia furiosa mojar su rostro y sus ropas, al igual que el resto de presentes. El silencio y la tención se hicieron aún más evidentes cuando la voz amenazante, pero afeminada, de aquella señora inundó los oídos de los tristes espectadores de la muerte.

    —Mi muchacho, era un buen niño— dijo la dama con congoja.

A su vez uno de los hombres sacó de au bolsillo unos anillos y caminó hacia el chiquillo que lloraba bajo el árbol de flores ya marchitas, para arrastrarlo casi a la fuerza.

    —La familia Jeon te ha criado bien, muchachito. Eres buen partido para mi niño, además de su único amigo—habló la mujer mientras el jovencito la miraba con ojos grandes, asustado, al igual que los demás que estaban allí parados lo hacían con una seriedad dura—Ya sabes que hacer, hijo mío, toma los anillos.

Tragó seco, miró a todos a su alrededor y tomó los anillos que sostenía el hombre que lo había traído a empujones. Se acercó al niño fallecido, un chico si acaso dos años mayor que él, susurró algo en su oído, como si pudiera oírlo. Y casi con amor se inclinó sobre el ataúd y posó sus labios en la mejilla helada del hijo menor de la familia Kim. Su rostro frío no dejaba de ser precioso ante los ojos de él, su cuerpo inerte no dejaba de verse frágil y delicado. Tomó su mano izquierda con suavidad y dulzura, colocó uno de los anillos y besó su dorso para luego ponerse el otro anillo él.

No hubo trajes elegantes y bellos, no hubo una ceremonia despampanante, no hubieron muchísimos invitados, no estuvo la familia Jeon. Nada, porque no era la boda del joven Kim y el niño Jeon, era un funeral. Se casó con el cadáver de su amigo, con tan solo trece años ya habían condenado toda su existencia.

Nada más ponerse el anillo, una lágrima solitaria recorrió su mejilla hasta caer sobre el cuerpecito del otro niño. La señora de la pierna coja lo tomó del hombro y se agachó a su altura.

    —Ahora eres un Kim, disfruta lo que te queda con tu familia, cuando seas mayor de edad vendrás con nosotros— dijo con una sonrisa distante.
    —¿Por qué esperar a que sea mayor de edad?— habló un hombre joven, el hermano mayor del niño en el ataúd.
    —Porque es solo un niño, tiene que vivir su niñez.
    —Ahora es un Kim, su niñez ya se perdió.
    —No, él no merece sufrir lo que sufrieron ellas. Quién se atreva a reprocharme estará deshonrando el apellido, deben obedecer a su madre.

El pequeño solo se quedó parado junto al ataúd, sosteniendo la mano fría del cadáver y susurrando con cariño.

    —Vamos, niño, NamJoon de llevará a casa— la señora señaló al hombre que lo había arrastrado hace unos minutos— Tengan cuidado, la carretera está húmeda.
    —Adiós— dijo Jeon tomando la mano de aquel hombre.

Se perdieron por detrás de la colina, hacia la casona de los Jeon, mientras todos clavaban su mirada venenosa en la espalda del jovencito que en su mano izquierda llevaba ahora su condena.

    —Es un buen muchacho— habló una mujer joven, otra hermana del niño, y ahora, debido a su muerte, la menor— ¿Cierto, SeokJin?
    —Sí, muy buen muchacho — cuchicheó el mayor de los hermanos— debió quedarse desde hoy.
     —Hasta que no cumpla dieciocho no tendrá la madurez para comprender. Si lo trajeramos hoy mismo, no haría más que hacer preguntas. Eso es lo último que necesitamos ahora.

(💫:ू_No pago terapia💫)