Capítulo 1.

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Capítulo 1: Cenizas del pasado.

Hablar del pasado siempre me transporta a un lugar oscuro, un rincón de mi memoria donde las sombras bailan en silencio

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Hablar del pasado siempre me transporta a un lugar oscuro, un rincón de mi memoria donde las sombras bailan en silencio. La vida no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que las risas resonaban en los pasillos de la casa y las sonrisas eran genuinas. Pero aquel tiempo se desvaneció como una llama que se consume hasta convertirse en cenizas.

Mis recuerdos más antiguos están teñidos por el eco de discusiones tumultuosas. Mi padre, una sombra de ira y desdén, llenaba los rincones de la casa con sus palabras cortantes. Cada paso era un campo minado, y cada palabra pronunciada era un lamento en la melodía discordante de mi niñez.

Los días transcurrían entre evasivas y escondites. Mis pequeñas piernas aprendieron a correr antes de caminar, escapando de las garras de un destino que nunca pedí. Las marcas de sus manos sobre mi piel eran cartas escritas con el lenguaje brutal del dolor.

La escuela, supuestamente un refugio, solo añadía capítulos a mi trágica historia. Miradas burlonas y risas crueles eran monedas de cambio en el mercado de mi existencia. Las cicatrices que llevaba no eran solo marcas físicas, sino la narrativa de un alma quebrantada.

Pero quizás lo más doloroso de todo fue la indiferencia de mi madre. Sus ojos, una vez cálidos reflejos de amor maternal, se volvieron opacos a mi sufrimiento. Su silencio era un eco que resonaba en las paredes, un eco que me envolvía en una soledad insondable.

Mis hermanas, lejos de ser mi consuelo, se unieron a la sinfonía de dolor que envolvía mi vida. Sus risas crueles y sus palabras afiladas eran dagas adicionales que se sumaban al peso de mi existencia. La unidad familiar, un concepto tan lejano como la luna, se desmoronaba bajo el peso de secretos inconfesables.

En medio de la tormenta, emergió mi abuela, Rosa. Sus brazos se convirtieron en mi refugio, y sus palabras fueron el bálsamo que curó mis heridas. Pero incluso su amor no podía cambiar el pasado. A medida que crecía, su presencia se volvía un faro en la noche, una luz tenue pero constante que me guiaba.

Mis días estaban marcados por la dualidad de una existencia dividida entre la oscuridad y esa tenue luz que representaba la esperanza. Este es el comienzo de mi historia, una historia de renacimiento y lucha contra la oscuridad, donde las sombras del pasado danzan junto a la llama incandescente de mi interior.

Continuará.

Guardiana del renacer. (Adrien/chatnoir x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora