Se sentía vacío.
Como si una parte importante del lugar ya no estuviera.
Después de todo.
La constelación que ya no estaba.
Las risas se habían desvanecido en el aire, el suave olor a océano ya no estaba, el plato de panqueques con chocolate estaba intacto, no había sin un solo ruido, ella ya no estaba.
El silencio era enloquecedor, los recuerdos se olvidaban lentamente.
Él no la podía recordarla con claridad, los recuerdos eran borrosos, dolía.
Entre lágrimas, encontró algo, los recuerdos de su madre, de cierta forma, podía verlos atreves de los ojos de ella, de Nerissa.
Como si no fuera el mismo y en cambio fuera ella, vió todo a atreves de sus hermosos ojos celestes, la traición, el amor, el abandono y la muerte, dolía, pero vió algo en particular, cuanto ella lo amó, el era querido por su madre, ella hizo lo que hizo porque la amaba.
Aquella constelación fue hermosa, no demasiado buena ni demasiado mala, ella era el fino aquilibrio entre ello.
Tuvo un final trágico, después de todo, ella era una constelación, aquellas que surgen de historias trágicas, era el destino de todo, no había otra opción.
