𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐍𝐄 𝐓𝐇𝐀𝐓 𝐆𝐎𝐓 𝐀𝐖𝐀𝐘. 𝗘𝗠𝗠𝗔 𝗦𝗔𝗡𝗢. 𝗧𝗢𝗞𝗬𝗢 𝗥𝗘𝗩𝗘𝗡𝗚𝗘𝗥𝗦.
╰─► Tenía todo planeado. Mira, ibas a ir a la universidad. Y para pagar las cuentas, resolvería el trabajo. Y sabías que tenía que decirlo, pero el día se fue...
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CON LA CABEZA EN el escritorio de su mesa mientras no escuchaba absolutamente nada de lo que sus simios compañeros hablaban a su alrededor era lo único que hacía en horas de clase. Sin anotar nada, solo mirar el pizarrón o leer el libro ya podía entender las cosas y si no lo sabía, utilizaba su leve porcentaje de deducción o razonamiento lógico para hacerlas. Por eso pasaba gran parte de su día escuchando todas las canciones de Nirvana, Madonna, Queen o entre otros cantantes que a ella le gustaban.
Sin embargo ella tenía un enorme problema; economía. Ella estaba al tanto de que era algo importante para su futuro, pero también estaba consiente de que ella podría no tener uno con la vida que llevaba en las sombras de su hermano. Por eso mismo tampoco mostraba mucha importancia con tratar de entender aquello en lo que era un fiasco.
— ¡Señorita Hanma! — Se sobresalto al escuchar su apellido que parecía nombre de su hermano en vez de «Shuji».
— ¿Eh? ¿Que cosa? ¿Que pasa?
Está anciana da más miedo de cerca que de lejos. Fue lo primero que pensó al ver tan cerca la cara de su profesora de matemáticas.
— ¡A resolver el ejercicio! — Ella no se movió. Siguió procesando todo o simplemente recapitulando si existencia hasta ese punto. — ¡Es para hoy, señorita Hanma!
— ¡Ya voy, ya voy! — De mala gana se puso de pie y camino en dirección al pizarrón. Mirando el ejercicio de matemática resolviendolo en su mente para luego escribir el desarrollo y resultado.
— Tsk...correcto. — Ella no pudo evitar morderse para aguantar la risa ante el gesto tan infantil de su profesora que rondaba los cincuenta años.
Se sentó nuevamente en su pupitre poniendo atención en algo o mejor dicho en alguien. A su derecha había una chica de cabello rubio levemente ondulado con una nariz puntiaguda bastante linda, unos ojos miel grandes y su ceño fruncido con un puchero en sus labios.
Emma Sano. Sabía de ella ¿Como no hacerlo? Su hermano parecía un verdadero maniático hablando una y otra vez de un tal Mikey, mientras que en la escuela todos la veían y murmuraban cosas diciendo que era hermana del invencible Mikey, entre otras cosas más. Prácticamente toda la escuela la conocía y eso la incluía a ella.