II. Lagrimoso

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Al caer las miradas y las tristes murallas , vino hacía mí, con unas cuantas miradas quienes desconocen de nuestro cariño. Collar de lágrimas, donde haya visto mi gran dolor.

No pude verle a los ojos a quién fuere aquel o aquella, porque habría visto en mi ánima por morir ciertos asuntos de incesante introspección, el retratista había de verme a su imagen, los espejos ha muerte querían ganar, mientras tanto y tanto quería desfallecer. Tanta locura en toda esta minúscula cordura que ha de hacer perder el amor.

Allende a las costas de garúas bajadas del cielo, recuerdo tanto y tanto, luego de aquel encuentro donde suscitó en mí sentires donde no puedo o no quiero proporcionar más descripción. Es inútil querer recordar todo y empezar a explicar, conmover a mil memorias y unas cuantas almas, mi suspiro se van a los cielos y son acompañanza de las aguas donde ahora me veo.

Marujita -mi Maruja-, véase en tus ojos mi gran amor. Tu cariño fuese escrito en mil páginas que ahora lanzo en lo que fuere los sentires más próximos al éxtasis. Entre tanto y tanto las murallas caerán, volveremos a vernos y todo lo sucedido quedará en los reinos donde no haya recuerdo, en esos escabrosos ríos de mala muerte donde hágase Geranio. Me pisarás las zapatillas, podré voltearme, ver tus ojitos y tu risa, quedarme parado y no decir más que nada.

Tan solo la bohemia no haya en mí, sin embargo, ya no siento nada, tan solo fuere todo con nada y yo no soy nada, si no tener nada es mísero, soy miserable, no porque no dé nada para tal y para cual, sino porque no siento nada.

Habíase tras las murallas no tú cariño, ni estarías en las rúes cubiertas de los murales, habría entonces la realidad, y tanto y tanto, pero yo quisiera morir por tu recuerdo, en el lecho de muerte mía, quisiese tanto y nada, pero tú me das nada y yo me doy tanto. Allende a los muros, encontraría a Geranio -ya no solo estaría en sus ríos-, con su espada reluciente que brilláse en los estíos, fuere aquellos donde los escalocalientes tendrían su gobierno en mí. Tan solo Gera no érase tan malo como lo tinto, fuere pues que dejaría a una puta de lado, tanto podría ser de benévolo que tendría como nombre Doraima la interruptora de tanta realidad que habría muerte en mí, si yo me acercara, si yo yacería cerca, si yo, si yo surrealista, habría congreso de mí con la realidad, no seguiría viéndote amor... Pero tan solo Doraima fuere un eclipse en esa realidad, en la que vivo, pero en la que niego mi existir.

Doraima, fuera aquella la musa de los más vívidos momentos de esta inhóspita realidad, ya sea, pues, no estaría verosímil, me sacaría pues de esta maldita verdad, donde no habría tu amor, donde el imbécil de Geranio no habría, tan solo habría su cariño por unas cuantas monedas que saben a mi pobreza, tanto y tanto que decir, pero no ha de saber nada de ella.

Dioramaza #CoronaAwards2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora