01

53 3 0
                                    

—vamos puja— sostenía la mano del hermoso Omega de piel lechosa, ojos rojos y cabello rubio, en una habitación casi a oscuras estaba en proceso de parto —ya casi mi vida— el pueblo estaba feliz con la llegada de un heredero, todos estaban frente al palacio en total silencio y con copas en las manos para brindar a la luna por dar un heredero al trono —ya cariño, ya nació— se escuchó un trueno que alteró al recién nacido, su llanto se escuchaba en muchas partes del castillo y la sonrisa del emperador y la emperatriz era algo unísono, el rey cargo al pequeño de pelo rojo y piel pálida, sus ojos café oscuro y mirada penetrante —tu serás un buen rey, te enseñaré todo lo que se— la madre respiraba suavemente observando la viva imagen de padre e hijo mientras la partera machacaba hierbas para dar a tomar el sumo a la emperatriz —mira amor— suavemente entrego el niño a los brazos de la madre y salió de la habitación hasta llegar al balcón y mirar a todos los pueblerinos y con gran sonrisa anunciar la llegada del heredero —¡¡Nació sano y salvo!!—  los gritos no se hicieron esperar, los pueblerinos celebraban bajo la mirada del rey y la luna.

Regresando a la habitación, el rey miro a la sirvienta caminar con la bandeja llena de comida exclusiva.

—detente ahí— captando la orden dejo de caminar esperando ver al rey quien con mirada sospechosa miro a la sirvienta —¿mi reina lo pidió?— asintió mirando al suelo por respeto hasta soltar suavemente la bandeja y dejarla en manos del rey —yo se la llevaré puede retirarse—

Abrió la gran puerta de madera adentrándose a la gran habitación, su Omega estaba en la cama cubierto de cobijas, solo se podía apreciar poco de su imagen, mientras el recién nacido descansaba en la cuna de madera, alzó el toldillo para dejar la bandeja encima de la cama, su Omega se sentó mostrando una imagen sexy frente al rey, pues su vestido era trasparente dejando a la vista de cualquiera su cuerpo, agarró los palitos y empezó a comer arroz.

El rey salió de la habitación caminando por los pasillos hasta llegar a su trono, donde los caballeros hicieron una reverencia unísono para dar bienvenida al rey. Todos los grandes reinos estaban ya enterados de la llegada del heredero al trono del gran imperio Jung, destinado a seguir con la dinastía y gobernar con soberanía, no hacían falta los que odiaban esa idea, cuantas guerras iban a perder por culpa del imperio Jung.

Un grito desgarrador se escuchó en el castillo poniendo alertar a todos los caballeros, el rey rápidamente corrió a la habitación de su Omega e hijo donde sus ojos se pusieron negros y su lobo dejaba salir a flote su aroma, que inundo el castillo y era tan fuerte el olor haciendo desmayar y marear a los omegas que habitan, la habitación estaba llena a serpientes venenosas de cualquier tamaño, agarró su espada y cada que una de ellas se interponía en su camino era decapitada, llegó hasta la cama de su amado donde miro como las serpientes estaban en su cuerpo, tenía una mordida en la mejilla y su cuello había sido cortado, rápidamente soltó su espada y quitó las serpientes con sus manos hasta que llegaron los caballeros y lo sacaron de la habitación a la fuerza, el fragil cuerpo de su Omega era cargado como princesa por un caballero mientras el hacía fuerza por ser soltado.

—¡¡Aah!!—todo pasaba en cámara lenta, el llanto de bebé no paraba, sus caballeros estaba alterados corriendo por todo el castillo y los pueblerinos gritaban desconcertados.

En una habitación fría y oscura la emperatriz ya muerta estaba acostada derechamente, ensangrentada y con sus ojos aún abiertos, a su lado el rey lloraba sosteniendo su mano y la pequeña bebé ya durmiendo era cuidada por dos caballeros.

—mi amado, no descansaré hasta ver al que te hizo esto en una guillotina— se paró para mirar al guardia quien abrió la puerta dejando pasar a algunos caballeros.

—su majestad— hicieron reverencia —todos fueron alertados y cada salida del castillo fue escoltada— el rey asintió —hemos echó un llamado a la Sr.hua para que venga a mirar el cuerpo de nuestra reina y enviamos una carta al pueblo que mañana será leída— hicieron otra reverencia para salir de la habitación.

Emperatriz Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora