final

108 14 0
                                    

Bangchan colocaba la última esfera en el árbol de navidad y se levantaba del suelo para poner la estrella en la punta, dando por finalizada la decoración navideña en su hogar.

Sonreía con desgano, no sentía la misma emoción que todos los años por estas fechas, se sentía solo y sin ganas de celebrar.

No podía viajar con su familia debido al clima y a los precios exagerados en los boletos de avión, sus amigos ya tenían con quien celebrar y no quería sentir que sobraba. La sensación de soledad carcomía su interior y odiaba eso.

Tomaba su copa de vino de la mesa de centro y bebía su contenido hasta dejarla vacía, se acercaba a la ventana y observaba con emoción como pequeños copos de nieve caían del cielo y desaparecían al tocar el suelo. Corría en busca de una chompa y se la ponía torpemente a la vez que caminaba hacia la puerta principal, salía de la propiedad y corría hacia el patio que comenzaba a cubrirse de nieve.

Su cuerpo temblaba y sus dientes castañeaban por el frío, era una noche bastante helada y pese a estar abrigado, aún había posibilidad de que se terminara resfriando.

Sin embargo, eso no le quitaba la emoción que sentía cada vez que nevaba.

Cuando estaba a punto de entrar, divisó a lo lejos una silueta que caminaba en su dirección, siendo tan tarde y encontrándose solo, tenía suficientes motivos para asustarse. Mientras planeaba mentalmente cómo defenderse si se trataba de un asesino en serie que lo había escogido como su víctima de fin de año, la luz de las farolas iluminaba el rostro del —ahora no tan— desconocido.

Su respiración se detenía por un segundo y una extraña sensación invadía su cuerpo al ver a Minho pararse a un par de metros de él, aunque esperaba con ansias su llegada, ¿qué demonios hacía allí a esa hora?

— Minho —dijo Bangchan en un susurro cuando tuvo al pelinegro frente a él.

— Hola, Chan.

Antes de que pudiera decir algo más, el australiano se lanzó hacia Minho, abrazándolo por la cintura y escondiendo su rostro en su pecho.

— ¡Oye espera, yo no vine a hacer las paces! —exclamaba Minho tratando de alejar al australiano, pero terminaba cediendo poco después cuando sentía sus ojos picarle al escuchar el llanto silencioso del mayor.

Sus piernas flaqueaban y con cuidado ambos caían de rodillas sobre la nieve, el australiano había anhelado demasiado tener a Minho de vuelta entre sus brazos que su cuerpo reaccionó por inercia.

— Creo que es mejor que entremos, Channie —murmuró el pelinegro cortando el abrazo para que ambos pudieran levantarse del suelo.

Bangchan entraba en la propiedad con el pelinegro siguiéndolo a sus espaldas, el calor hogareño los recibía y Minho se sentía extrañamente familiarizado todavía. Estando en la sala, no sabía muy bien qué decir para empezar, los ojos ajenos puestos en él lo ponían nervioso, pero siendo honesto, no le desagrada en lo absoluto.

— Ehmm lamento aparecer a esta hora. Mi vuelo se retrasó debido a la nieve y abordamos dos horas después de lo programado... —se disculpaba el pelinegro rascándose la nuca—. Si me sigues mirando de esa manera será imposible que pueda decir algo, Bangchan.

La risa del mencionado llegaba a sus oídos y su cuerpo dejaba de sentirse tan pesado, era un efecto que solo el australiano conseguía en él.

— Lo siento.

— Debería ser yo quien se disculpe; por todo.

Ambos se sentaron frente a frente en distintos sillones. Minho intentaba concentrarse en el árbol de Navidad mientras buscaba las palabras adecuadas para expresarse ante el australiano.

Moon [ Minchan - mini au ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora