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– ¡Naruto, se que cuidarás bien de mi pequeño hermano, espero que me den muchos sobrinos, salud!

Las risas de los invitados sonaron por todo el salón después del emotivo brindis que había elaborado el hermano del Omega, y las ligeras feromonas que estaban en el aire delataban la felicidad, emoción y gozo que sentían todos por la pareja recién casada.

A excepción de ella; Sakura, ya estaba borracha, apenas era el brindis de entrada para comenzar la fiesta después de la ceremonia.
Suspiró por milésima vez viendo de nuevo a la dulce pareja, está vez, dando su primer vals como esposos.

La invitación a su boda había llegado hace poco más de un mes, lo último que quería era, asistir.
No quería verlo a lado de él, no cuando era ella quien lo había conocido primero, y lo amaba más que él.

Recuerda haber pasado dos semanas enteras sin salir de su cuarto, rodeada de feromonas deprimentes y olor amargo, recordándose a si misma la tristeza que sentía.

Incluso ignoró las llamadas de Ino, no tenía ánimos para nada, no cuando el hombre al que amaba con toda su alma estaría casado con alguien más.

Con Sasuke.

En realidad se odiaba más por odiarlo, le tenía celos y envidia, desde el primer instante en que los vio convivir juntos sintió algo en su pecho, algo incómodo que al principio quiso ignorar y debido a sus acciones, estás eran sus consecuencias; con sus amigos completamente enamorados.

Sasuke era lindo, tal lindo físicamente, parecía un muñeco de porcelana, serio y sin ninguna expresión, sin embargo era Omega, y eso de por si ya era atrayente pues no parecía como uno, podía decir lo mismo de su olor.

No era dulce pero en definitiva, olía bien.

Cuando comenzaron a salir fue un golpe bajo pero estaba confiada en que terminaría pronto y Naruto se daría cuenta que estar con ella era una opción muy buena.
Al pasar los meses y los años incluso, quiso sacar sus sentimientos, que a pesar del tiempo seguían ahí, ardiendo como el primer día, y cada vez, estando tan cerca, se echaba para atrás, huia.

No había día en que no se reprochará por no hacer lo que podía en ese entonces para estar con el Alfa, porque Naruto siempre fue lo que ella quería.

Sakura deseaba y anhelaba el método tradicional, en dónde el Alfa se enamora de la Omega y la corteja; salen juntos, la marca con su olor, posteriormente llegaría la marca temporal y después la marca territorial, la que era para siempre.

Todo estaba en su cabeza y marcado en el corazón de su loba interna, sabía que Naruto era para ella, lo había sentido en cuanto sus manos se rozaron y Naruto, con ilusión, de niño, le juro con ojos brillantes y mejillas rojas, que se casarían cuando fueran mayores.

En ese parque, a los 8 años, se había enamorado.

Y ahora, el amor de su vida estaba casado con otro.

– Sakura – habló un poco más alto, llamando por fin su atención – Dios te hablé muchas veces, ¿bailamos, Saku? – el rubio la miro con cariño y ella asintió atontada por la ilusión en sus ojos azules.

– Disculpa Naruto, estoy un poco mareada – rio de nerviosismo más que de otra cosa, Naruto solo soltó una risita, poniendo una mano en su cintura, comenzando asi el lento baile.

Suspiro nerviosa en cuanto Naruto la apreso en un abrazo aún mientras se mesian al ritmo de la música, sintió escalofríos cuando sintió la cabeza del Alfa en el espacio de su cuello.
Esto era malo, sus feromonas la delatarían en cualquier momento, esperaba que Naruto no pudiera escuchar a su Omega ronroneando de felicidad.

Una y más vidas contigo [OMEGAVERSE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora