Capitulo 1 Parte 1 La llegada

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El sol se oculta detrás de pesadas nubes de polvo; el polvo que levanta la guerra se apoderó del cielo. Un viejo caballo tira lentamente de una carreta vieja y desgastada. El camino de tierra húmeda dificulta el caminar del animal, que resopla con fuerza para dar un paso. Dirigiendo al viejo caballo va un militar con vestimenta verdosa. En la parte trasera de la carreta va Line, una joven de doce años que viste un vestido sucio y desgastado. Sus pies están manchados y lastimados de caminar entre escombros, y su maltrecho cabello oscuro tapa su afligido rostro.

Lentamente, la carreta avanza por ese camino perdido entre los enormes pinos de las montañas. Line contempla el suelo de la carreta mientras trata de no golpearse cada vez que la carreta tropezaba con una roca escondida entre el barro. Ya habían pasado varios días desde que habían partido, y debido a la escasez de alimento, Line y el militar solo habían podido comer una vez durante todo el viaje.

El militar, preocupado por la salud de Line, trata de aumentar el ritmo del caballo. Este rezonga y patalea del cansancio. El militar sabe que deben estar cerca de esa misteriosa mansión y que deben llegar antes de que el sol se oculte en el horizonte. Preocupado, piensa en lo que les sucedería si rechazaran la estancia de Line en ese lugar. Aunque más le preocupa qué le sucedería a ella si la aceptan. Desconoce por completo ese lugar, pero debe servir en el ejército y no puede dejar a esa pobre niña abandonada. Su comandante le recomendó dejarla en esa mansión que ahora contempla a la distancia.

Sobre la colina se alzan veinte pisos de ventanales; las paredes de roca le dan un tono oscuro a la construcción. El tejado de tejas rojizas resalta sobre el fondo de los verdes árboles de pino. Solamente las dos ventanas inferiores, junto a la enorme puerta de madera, están encendidas. De todas las demás solo emerge una profunda oscuridad.

El militar detuvo la carreta frente a la enorme puerta de madera, tomó a Line entre sus brazos para bajarla de la carreta. Line alzó el rostro y observó los oscuros y enormes muros de aquella mansión. El hombre colocó a Line sobre las escaleras que reposaban junto al camino, cinco escalones hasta alcanzar la puerta.

Line subió las escaleras con curiosidad por ese extraño lugar perdido entre las montañas. El militar se acercó a la puerta y utilizó la aldaba para llamar, pero los minutos pasaban y ningún ruido parecía venir de dentro de la mansión. Cansada por el hambre, Line se recostó sobre la puerta, la cual se abrió con el poco peso de su cuerpo.

Extrañado por esta situación, el hombre desenvainó su arma, un pequeño revólver plateado, y se adentró en la vivienda, mientras Line, con profundo miedo, se escondía detrás de las piernas del hombre.

Finas capas de madera cubrían el suelo, reluciendo como si las hubieran pulido recientemente. Las paredes lisas y de color blanco dejaban atrás la tosca fachada de la mansión. El camino estaba iluminado por enormes candelabros de vidrio cada pocos metros. En el vestíbulo, se encontraban pinturas en las cuales retratos de jóvenes con expresiones serias que colgaban en sus rostros. Debajo de ellos sobresalía una pequeña inscripción con una palabra diferente para cada uno.

Frente a la puerta, cruzando el vestíbulo, se encontraba una oscura escalera. A la derecha, había una entrada a lo que parecía un comedor inmenso; una mesa de más de cuarenta sillas se posaba imponente en el centro de la habitación. A la izquierda, un pasillo con enormes ventanales daba vista a lo que parecía ser un jardín interior.

Unos metálicos pasos emergieron de pronto en el silencio, y una pesada respiración provenía del pasillo, seguida de una ronca tos. El hombre guardó su revólver y regresó al centro del vestíbulo junto a Line.

Un hombre se asomó desde el pasillo, llevaba puestas unas botas metálicas y un esmoquin negro. Su rostro se ocultaba tras una máscara con tubos que salían de la misma y se introducían dentro del esmoquin por la parte del cuello. Una voz metálica y rasposa salió de la máscara: - "Buenas tardes, caballero. ¿Qué lo ha traído hasta mis aposentos?"

La mansión del Inventor - 333Donde viven las historias. Descúbrelo ahora