44. DEIMOND.

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Santa Biblia Reina Valera 1960 - Cantares 5
6 Abrí yo a mi amado;
Pero mi amado se había ido, había ya pasado;
Y tras su hablar salió mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé;
Lo llamé, y no me respondió.



Me seco las lágrimas rápidamente y lo miro molesta.

—¿Que haces aquí? —pregunto.

—¿Sabes? —dice —yo también estoy súper feliz de verte.

Ruedo los ojos, al escuchar sus palabras mentirosas.

Todos sabemos que él me odia, no sé que hace aquí, es como si me hubiera estado siguiendo.

—¿Que quieres? —hablo ásperamente —y ¿Que estás haciendo aquí?.

Él se recuesta en la misma pared que yo y suspira.

—vine a esta rincón del mundo por razones de trabajo, a mi director se le ocurrió la gran idea de que este era un perfecto lugar para grabar una película —responde. —pero yo no me imaginé encontrarte aquí.

Respiro aliviada al saber que no me esta siguiendo.

—por lo visto la estás pasando mucho mejor que mi amigo —comenta —parece que ya no te interesa y tienes otras cosas más relevantes en tu vida.

Lo que me faltaba, que viniera a hablar de él, afortunadamente ya no me afecta.

—sabes —sigue hablando —el pobre la ha pasado muy mal, siente lo mismo que tú al pensar en separarte de tu pequeña.

Decido no escucharlo más, ya que de alguna manera me está haciendo sentir un poco culpable.

Aunque lo más seguro es que este fanfarroneando, Deimond la ha de estar pasando de maravilla, ese chico jamás le han faltado las mujeres, como para que se tire a morir por mi.

«Ni que fuera la única mujer».

—por lo visto te importa un carajo lo que le pase a mi amigo —dice caminando detrás de mi.

—pues si —lo acepto —me importa un carajo, no tengo ni la más mínima intención de volver a verlo.

Trato de caminar más rápido, pero él sigue mi ritmo.

—¿Ni siquiera te importa que en éstos momentos se este debatiendo entre la vida y la muerte en un hospital porque se accidentó al estar conduciendo borracho?.

Dejó de caminar.

Al escuchar eso, siento como si me hubieran apuñaleado el pecho.

—¡¿Que?! —lo miro incrédula.

No es posible que Deimond se halla accidentado y mucho menos por andar borracho, no lo creo.

«Es imposible».

—lo que oíste —responde.

Niego con la cabeza y hago un esfuerzo por no llorar.

No entiendo porque lo hago si Deimond ya no me interesa, además Fabricio está mintiendo.

—¡¡Eso es falso!! —le grito —de ser así Jak me lo hubiera dicho.

—él no te dijo nada para no preocuparte, además parece que ya no te importa.

«Eso dolió».

Me quedo pensando en sus palabras y recuerdo las palabras de Jak.

«Ojalá todos estuvieran tan bien como tu».

Me lo dijo hace meses, pero lo recuerdo como si fuera ayer.

Esas palabras venían con doble interpretación, quiso decir que Deimond no estaba bien.

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