Uno.

49 5 1
                                    

Perdona, hoy no puedo ayudarte.

Para empezar, ni siquiera sé por qué recurres a mí con tus problemas. Sé de la vida mucho menos que tú, aunque es cierto que tú sabes de la vida mucho menos que yo.

No importa, no es que no quiera ayudarte, es que no puedo hacerlo.

Has venido a arrasar lo que quedaba de mi coraje, me hiciste emocionarme como todas aquellas niñas estúpidas con su amor platónico.

Me hiciste emocionarme y has hecho lo que todos.

Me has pedido consejos, tú, mi amor, para tu amor.

¿Te has perdido entre las tildes? Apuesto a que sí.

No importa, no puedo ayudarte.

Lo siento, caballeros, no puedo ayudarles más.

Cada vez que me piden consejos para las que roban del amor que debería de pertenecerme, clavan una daga cerca de mi corazón. Ni siquiera en el mero centro, como si les gustase que muriese de dolor.

Y lo peor es que ni se dan cuenta.

¿Acaso son idiotas, hijos de puta?

Perdona, hoy no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora