2/3

177 25 2
                                    

- Es muy bonito, ¿No? - escuchó la suave voz del menor a su espalda, Roier estaba admirando todo lo que lo rodeaba también-. Es un Planetario móvil, pero es impresionante, te rodea trescientos sesenta grados... Es-

- Muy hermoso- completó Cellbit.

Roier se giró hacia él con una sonrisa amplia, soltó una carcajada pura y fue hacia él para abrazarlo con emoción.

- ¡Lo sabía, lo sabía! - giró en sus brazos y Cellbit acompañó el movimiento- ¡Sabía que te gustaría! Te lo dije, Cellbit- Roier se alejó de él para verlo a los ojos, Cellbit quedó boquiabierto, y el menor lo señaló con su dedo -. Eres un hombre difícil, Cellbit, pero te lo dije, no hay forma que no te guste el universo, y mira mientras más sabes del universo más te gusta, mira, mira, aquí te muestran las constelaciones... Esa es la de leo, yo soy de leo, no creo en el horóscopo pero las constelaciones si son reales... Bueno, son figuras idealizadas e imaginadas por los Griegos, ellos miraban muchos el cielo, no tenían internet, y las estrellas en realidad están tan lejos una de la otra que es absurdo que formen dibujos si están a miles de años luz de cada una, ¿Sabes? Pero bueno son bonitas igual.

>> Hablando de constelaciones, mira, esta es la Osa Mayor, y allí está la Osa Menor, pero tienen forma de sartén, no de Osos, pero la Osa Menor sirve como guía ya que siempre apunta al Norte, y del otro lado está la Cruz del Sur, que sí sacas la diagonal de estás estrellas con esta de acá y lo unes en el centro apunta exactamente hacia él Sur, ¿No es impresionante?

Roier lo seguía mirando con aquella sonrisa alegre, hermosa, y encantadora, su corazón latía adolorido de tanta belleza.

- ¿Estás viendo las constelaciones, Cellbit?

- Tú las tienes- murmuró.

- ¿El qué? - Roier no entendió

- Tienes todas las constelaciones en tus ojos.

El menor no entendió, ladeó su cabeza y sus brillantes ojitos se relucieron aún más de ese brillo violeta de las luces, las miles de estrellas rebotaban en su iris y brillaban tanto o más que aquellas en el domo.

- Todas las estrellas están en tus ojos, Roier.

Cellbit estaba embobado de verlos, sus manos fueron hacia las mejillas del menor, eran suaves y cálidas al tacto, Roier no estaba ni un poco gordo pero sus cachetitos eran perfectos para apretar, tuvo que resistir el impulso de hacerlo, y sonrió como un tono al verlo tan de cerca.

- Eres bellísimo, Roier.

- G-gracias - murmuró, estaba muy ruborizado -. Tú también eres muy... Atractivo, Cellbit.

Cellbit sonrió apenas, ante el pánico del menor, de inclinó hacia él para dejar un beso sobre su mejilla con suavidad, Roier estaba casi petrificado de la sorpresa, pero se veía tan lindo aún así.

- Me agradas - dijo Cellbit, Roier no tenía palabras-. ¿Qué más dices de las estrellas?

- Oh, sí, mira, esta es la Constelación de Orión, fue la primera que aprendí y es muy clara, mira esa es su cabeza, le siguen los hombros y después...

Roier pasó mucho tiempo hablando de las constelaciones, el sistema del domo apagaba la luz cada una hora, y cuando quedaron a oscuras de nuevo, estaban abrazados, con el menor de espaldas, y Cellbit rodeando su cintura con sus brazos, cálidos en aquel pequeño espacio del universo.

- Terminó- murmuró Cellbit-. Creo que debería volver a casa - dijo, era casi medianoche.

- Sí... Yo también, mamá está esperando- dijo el menor, y en silencio se separaron del abrazo y salieron del lugar, sin decir nada, Cellbit fue a tomar sus cosas al interior del Planetario, Roier lo acompañó, estaba muy callado luego de todo.

Saturno | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora