Prólogo: Indeseable

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Prólogo: Indeseable

"Abuelo ¿Por qué tenemos que mantenernos ocultos?" Preguntó un pequeño niño mientras dejaba que su abuelo tapara su cuerpo con unas gruesas mantas.

"Porque no somos aceptados Luffy. Nuestros orígenes por ahora no son aceptados, pero confía en mí, algún día tendremos que dejar de hacer esto. Ahora calla y no importa que escuches, no salgas."

Luffy asintió con timidez, dejándose esconder, una pesada manta tapo su cabeza y luego alrededor suyo se acomodaron cuencos grandes que pudieran disimular su escondite. El hombre seguro de que su nieto estaría a salvo en esos momentos, se reincorporó del suelo y trono sus dedos, miró arriba de la única mesa que tenía en su choza entre las montañas, encima habían dos guantes de hierro que en los nudillos gozaba de unas púas extremadamente filosas, tomándolas y colocándose las mismas. Afuera se escucharon unos trotes en conjunto de un caballo rechinar. Antes de salir miró un momento hacia donde había escondido al pequeño, sonrío levemente, sonrisa la cual desapareció sin dejar rastro al salir de la choza.

"Monkey D. Garp, el hombre de ojos celestes y puños de hierro ¿No eran los de tu rama seres ya extintos? No sabía que el clan D estuviera ocultando a su gran decepción. Oh, perdona, había olvidado que ellos se encargaron de llevar a la extinción a tu gente, lo lamento se me fue por completo."

"Yo también me alegro de verte, Kaido, podría decir lo mismo de ti. Nada se ha escuchado de los tuyos desde hace tiempo, pensé que luego de que Edward te diera una paliza no tendrías el descaro de ir por ahí mostrando aquel rostro tuyo."

"¿Quieres que pierda los estribos? Porque esos insultos tan estúpidos no logran moverme ni un cabello."

"No perdería mi tiempo intentando dañar el orgullo de un ser tan desvergonzado."

Kaido gruñó, tomando con fuerza el bate de púas que tenía en mano. Ambos hombres se miraron fijamente empezando a dar vueltas en círculos mientras se mantenían la mirada, como lobos luchando por territorio, mostrándose los colmillos de vez en cuando, pero aún sin disposición de luchar.

"¿Qué ha hecho que vengas aquí? No, mejor respóndeme otra cosa ¿Cómo encontraste este lugar?"

"Tienes muchos enemigos anciano. Aunque más que enemigos, puedes llamarlos, amigos."

"Sengoku..."

"Acertaste."

Garp apretó lo puños, logrando que el ruido distrajera a Kaido por un momento, incitando al mayor a propinar el primer golpe. Kaido intento defenderse colocando su bate en medio del golpe, pero solo hizo que se golpeara con su propia arma, retrocedió unos metros, golpeando con fuerza el suelo para evitar seguir retrocediendo.

"Veo que aún eres fuerte, anciano" dijo riendo mientras la sangre brotaba de su boca "¿Cuánto durará?"

"Lo suficiente para poder ver tu horrenda cara contra el suelo."

"Aún sigues siendo tan prepotente como cuando era joven. Que digo, sigo siendo joven."

Garp carcajeo ante aquello, colocándose en guardia.

"Imagino que las niñas que compras de sus padres te han de dar aquella 'juventud' de la cual tanto te gozas."

"Si gustas puedo recomendarte buenos lugares para que despierten a tu bicho muerto. Si es que sales vivo."

"Eres repugnante."

Kaido alzó el bate que tenía sujeta con las dos manos para tener más fuerza, corriendo mientras gritaba desde el estómago. Garp se preparó para recibir el golpe, sonriendo entusiasta al ver que la acción iba a comenzar, aquella adrenalina que subía por sus pies hasta su cabeza se vio esfumada cuando la expresión de guerra que tenía su contrincante cambio a una de completa burla, soltando el bate antes de tocarlo. Al mismo instante en el cual el bate chocaba contra la nieve que yacía en aquella época del año, es que él caía. De su pecho una espada le atravesaba.

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