coprme

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Acababa de regresar a mi hogar. Fue un día pesado como ningún otro, bajo las mismas llamas pude sentir lo que era el infierno en vida propia teniendo aún activos nervios y sentidos que percibían el rotundo calor de tal horario agobiante nocturno, estaba bastante fastidiado porque este día en especial había realizado planes con la persona que le había prometido mi ser y razón, aquella fémina albina de mechones carmesí con otros ejemplares tal cual azul claro semejante al líquido de la vida, con esa carita capaz de gobernar mil reinos por solo sonreír pacíficamente.

Lamentablemente era bastante tarde, permanecía unido y agotado con el viento hirviente casual del día a día al mismo horario monótono, tenía entrenada la habilidad de saber el tiempo donde me encontraba sin necesidad de un reloj para definirlo con precisión; llegando a suponer con seguridad que me localizaba en una posición precisa bajo la luna de media noche, ampliando el deseo de poder emprender tal viaje largo con una única razón de apreciar a mi reluciente alma femenina adorada por la cálida y pesada aura nocturna que se hacían presentes no importa cuánto tiempo transcurria.

Una vez dentro del pasillo en mi amplia morada, daba a principiar desvestir cada prenda que no sería necesaria en esta velada, comenzando de pies, a terminar en cabeza, dejando únicamente aún puesto por necesidad en pleno camino hacia mi sala para relajarme unos emiferos minutos unos cómodos shorts y posteriormente descansar de manera plácida mientras las gotas de sudor bajaban a tal lentitud por la gravedad que cada vez se sentían progresivamente cargantes por la pereza del momento.

Todo rondaba de mal a mejor, a unos cuantos metros de mi destino principal pude barruntar dentro mi cabeza una comodidad individual al tomar asiento y percibir físicamente un descanso humilde y digno del cielo... Sin embargo a nada más estar cerca del destino fijado pude oír ruidos a la lejanía atenta de como una televisión; mi televisión, estaba en uso por alguien mas con el volúmen medianamente bajo. En ese mismo instante fue inevitable no sentir esa sensación de temor, no recordaba haber invitado a nadie ni nada por el estilo, esta noche solo tenía presente haber hablado con una única sola persona que en anteriores momentos había descrito, pero más allá de ello solo podría imaginarse lo peor. Me quedé un largo tiempo detrás de la pared que se unía junto a mi sala principal, prosiguiendo con mi aceptada ansiedad e incomodidad porque seguía en alto y asustado, empero era claro que no iba a estar ahí por mucho tiempo más. Rápidamente puse la cara contra la esquina de aquel muro que me prohibía ver con claridad que era lo percibido en esa dirección, sacando únicamente mitad del rostro entre esta inmensa oscuridad y fijarme por lo que sobresalía encima del sofá que estaba en el centro de todo, una perspectiva bastante familiar.

Aún sin ver la cara de aquel humano intruso que estaba sentado dándome la espalda, pude percibir que tenía un cabello muy similar al de alguien visto anteriormente y, por definitiva, era una chica.

Sin necesidad de tener un gran valor voluntario, tragando algo de saliva, procedía a adentrarme dónde una posible desconocida se encontraba usando mi artefacto electrónico, teniendo mis sospechas previstas pero no quería arriesgarme de todos modos. Estando parado sobre el suelo de manera lateral, terminaría dando pasos en esta forma para acercar mi cuerpo lo suficiente y mínimamente comprender si era un rostro antes visto, cuestión que en poco de cortos segundos resonó en el interior de mis oídos esa tonalidad tan dulce de alguien quejándose que adoraba oír todos los días en notas de voz emitiendo una pequeña sonrisa al tener en cuenta la apreciada sorpresa — Estúpido lugar... No hay nada divertido si no está el dueño... — Replicó la jovencita así misma con un tono amargado y bastante entrecortado. Teniendo yo una fácil vista en la mesita que traía en frente dónde la muchacha se encontraba sentada, había algunas botellas simples de licor que tenían su contenido ligeramente llenas como si la propietaria hubiera dado algunos tragos vacios, unos cuantos productos pequeños dónde gracias a la baja iluminación no podría confirmar su uso, y una caja medianamente grande que se adueñaba gran parte de esa superficie de madera, logrando ser lo más destacable puesto se llevaba casi todo el espacio de dónde estaba puesto, girando por última vez la mirada hacia su ajena para inicar una sencilla plática y saber cómo es que su amada se encontraba ahí.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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