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Semana 1

Definitivamente, Juanjo no era hetero. Al menos, eso es lo que afirmaría cualquier persona que hubiese presenciado las últimas semanas de interacción con Martin: besos frenéticos tras las esquinas, caricias robadas cuando nadie más miraba, o tardes en las que el reloj parecía frenarse viendo La Mesías.

Pero todos esos intercambios cotidianos parecen haber quedado en un pasado lejano desde que entraron en la academia de Operación Triunfo. 

La cosa no tiene mucho misterio: Juanjo se niega a tener alguna interacción con Martin que pueda hacer pensar a los espectadores que son pareja —¿lo son? Realmente no han hablado de ello—, y Martin parece actuar como si no tuviese más de 20 cámaras grabándolos las 24 horas del día.

Por mucho que se rebane el cerebro buscando en una forma mejor de lidiar con la situación, Juanjo no encuentra ninguna manera de hacerle saber a Martin que si evita el contacto físico durante el día con él no hay motivo más allá de su miedo a quedar completamente expuesto. Y siendo sincero consigo mismo, Juanjo ni siquiera sabe qué puede salir si se plantease rebuscar, ya que últimamente evita quedarse solo con sus pensamientos lo máximo posible.

Por lo que se encuentra de nuevo haciendo algo que casi se ha convertido en una rutina: ir a las duchas, asegurándose antes de que ninguno de sus compañeros está dentro, cuando alguno de los dos lo necesita.

Esta vez ha sido Martin el que se ha quedado mirando al suelo, con la mirada desenfocada y jugueteando con sus dedos de manera nerviosa, al acabar su clase con Vic Mirallas. Al reconocer el patrón, Juanjo ha actuado prácticamente de manera automática al dar dos golpecitos en el cristal de la clase mientras ladeaba la cabeza en un gesto que le indicaba a Martin la dirección a la zona de las duchas. Quince segundos después, abre la puerta lentamente para comprobar que se encuentran vacías, y se gira dejando espacio a Martin para entrar.

Ni siquiera ha cerrado la puerta por completo cuando escucha los sollozos de Martin, que se aferra a su cuerpo mientras comienza a llorar desconsoladamente.

"Martin, ¿qué te pasa?"

La pregunta de Juanjo solo obtiene como respuesta el agarre de Martin, que se vuelve más fuerte sobre sus hombros mientras hunde la cabeza en su pecho.

"Martin, por favor, háblame"

"Solo quédate así. Déjame... déjame estar así", los sollozos del menor parecen remitir, pero su respiración sigue siendo irregular mientras desliza su mejilla sobre la camiseta del mayor.

Juanjo piensa en sugerirle que se dé una ducha caliente, pero una parte de él no quiere dejarlo solo. Podría esperar fuera del baño, pero se siente extraño. No quiere soltarlo. Así que sostiene a Martin mientras éste tiembla, y Martin retiene a Juanjo, tanto como su agarre se lo permite.

Martin deja escapar un suspiro inestable y Juanjo presiona su rostro contra su hombro. Tiene la nariz un poco fría y puede sentir a Martin temblar de nuevo, por lo que deja escapar su aliento cálido en el espacio donde comienza el cuello de la camisa de Martin.

Y como una continuación natural, se siente bien cuando presiona sus labios contra la cálida piel del cuello de Martin.

Martin se congela y su temblor desaparece, solo por unos segundos. Juanjo no consigue distinguir si es shock, placer o disgusto... Pero, aun así, Martin sigue sin alejarse de Juanjo. El beso en el cuello del menor persiste, y Juanjo rápidamente lo sigue con otro, más cerca de la mandíbula de Martin.

Los dedos de Martin se clavan en la espalda de Juanjo y se pregunta si lo alejarán. La respuesta del menor es clara cuando coloca sus manos en la parte baja de su espalda, acercándolo más. Entonces Juanjo lo vuelve a hacer. Una vez. Y otra. Besa el cuello de Martin hasta que su respiración es tan pesada y el aire entre ellos es tan denso que el menor no tiembla. Después los labios de Juanjo se arrastran hacia abajo, llegando a descansar sobre la clavícula de Martin para después besarla lentamente.

BABY COME IN  [JUANTIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora