—Tzuyu-ssi, Sooyoung está aquí. Sal de tu habitación y ve —llamó su madre desde el otro lado de la puerta.
Tzuyu, sin embargo, no tenía ánimo para nada. Ni siquiera para salir de su habitación. Fuera quien fuera, no lograrían sacarla de allí. Se hundió mas en la suavidad de su cama, cubriéndose por completo con el edredón.
Los pasos de su madre se alejaron, pero pronto fueron remplazados por otros igual de familiares.
—¿Tzuyu-ah? ¿Estás ahí? —escuchó la voz de Sooyoung, quien entró lentamente a la habitación, cerrando lentamente la puerta tras de sí.
Tzuyu suspiró pesadamente. Sabía que Joy no se iría fácilmente.
—¿Qué haces aquí? Dije que quería estar sola —respondió desde su cama, la voz apagada bajo las capas de tela.
Sooyoung cruzó los brazos y se paró frente a la cama, sin intención de retroceder.
—Vamos, no te deprimas tanto, no es el fin del mundo... —intentó animarla, tirando suavemente del edredón, aunque Tzuyu lo sujetó con fuerza para evitar que se lo quitara.
—Para mí sí lo es. Solo déjenme sola —murmuró contra su almohada.
Sooyoung suspiró, pero en lugar de insistir, se sentó al borde de la cama y le acarició la cabeza con ternura.
—Tzuyu-ssi, ya tendrás otra oportunidad. Tus novelas son muy buenas, y pronto te vas a graduar. Tienes potencial para ser una gran escritora, pero todo a su tiempo. Aún eres joven y te quedan muchas experiencias por vivir.
Aunque en el fondo Tzuyu sabía que tenía razón, no podía evitar sentirse decepcionada. Había deseado tanto la oportunidad de trabajar con Park Jihyo. Ella era su mayor inspiración: la autora que admiraba desde pequeña, reconocida en toda Corea desde su primer libro, cuando aún era una estudiante universitaria. Un sueño hecho realidad para muchos, una meta inalcanzable para Tzuyu.
—No entiendo por qué las cosas son siempre tan injustas —Susurró apretando la manta entre sus manos. —Sé que no soy la única a la que le apasiona escribir, pero si al menos hubieran escogido a alguien que realmente disfrutara hacerlo, lo entendería. Esa chica... sus trabajos en literatura son perfectos porque los saca de internet, y ningún profesor se da cuenta.
Joy dejó escapar una risita ligera y le revolvió el cabello.
—Ya te llegará otra oportunidad. No te deprimas. Y ahora, alístate, porque vamos a salir. Te voy a sacar de tu cueva de rata con olor a papas fritas —bromeó Sooyoung, tirando de su brazo para levantarla.
Tzuyu frunció el ceño y olfateó el aire con disimulo.
—Mi habitación no huele a papas fritas... ¿O quizá sí?
Resignada, asintió de mala gana, se levantó y empujó a Sooyoung fuera del cuarto para cambiarae. No le dijo a dónde irían, así que optó por algo cómodo y suelto; no es como si se arreglara mucho para salir de todas formas. Una camiseta sin ningún estampado raro o llamativo junto con unos jeans sueltos serían más que perfectos.
Agarró su mochila y comenzó a guardar las cosas más importantes: un abrigo por si más tarde el clima refrescara, su billetera, el pase de autobús y, por precaución, un spray de pimienta. Salir con Joy Unnie siempre era un total riesgo. Aún recordaba la vez que la acompañó junto a su madre al supermercado a comprar las cosas que harían falta para la cena. Ese día luchó a arañazos y tirones de cabello contra una señora de aparentemente unos 60 años por una lata de tomate; fue tanto el escándalo que la vetaron del supermercado. Tzuyu y su mamá fingieron no conocerla para no pasar vergüenza.
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Erotismo / Jitzu
FanfictionZhou Tzuyu era una estudiante universitaria que amaba muchísimo escribír, por lo que su sueño era ser escritora para una editorial. Y cuando un día se le presentó la oportunidad de participar en la redacción de una de las novelas de Park Jihyo, la e...