~ prólogo ~

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~ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘦 𝘮𝘪𝘳é, 𝘶𝘯𝘢 𝘰𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘶𝘯𝘥𝘰

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~ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘦 𝘮𝘪𝘳é, 𝘶𝘯𝘢 𝘰𝘭𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘶𝘯𝘥𝘰. 𝘠 𝘱𝘦𝘯𝘴é: "𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘺𝘰 𝘮𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘨𝘶𝘦" ~

Alex G. -


Me dolía la cabeza por lo de anoche. No recordaba nada de lo que había pasado. Me repasé el cuerpo para confirmar que llevaba ropa y no había dormido en el suelo.

Fui un momento al baño y bajé a la planta inferior, encontrándome a... ¿Adri?

- Adrián, ¿qué haces tú aquí? le pregunté al chico, mirándolo con las cejas alzadas mientras se preparaba el desayuno.

Su cara adoptó la misma expresión que la mía.

- Creo que las preguntas las debería hacer yo: ¿qué haces aquí? ahora él tenía la mirada fija en mí.

No entendía nada. Si yo estaba en mi... Mierda. Eché un vistazo rápido al lugar, y luego caí: había dormido en casa de Dani. Que por cierto, ¿dónde estaba él?

Tenía muchas preguntas, y a medida que iba pasando el tiempo, en mi mente se iban formando nuevas.

Decidí coger mis cosas y volver a casa para ducharme y ver a mis padres. No tuve que despedirme de nadie porque intuí que el resto de miembros estarían durmiendo. Tenía el presentimiento que ayer fue una noche bastante memorable, aunque no me acordase de casi nada.

Al abrir la puerta de casa, mi madre enseguida supo que era yo por lo poco silenciosa que soy.

- Sara. Me llamó medio gritando. Ven a comer, que ya está todo listo. Dijo desde la cocina sin que yo la pudiera ver.

Miré el móvil: ya eran las dos pasadas, hora en la cual mi familia solía comer. Di por supuesto que ayer fui a dormir tarde porque no me solía despertar a estas horas. ¿Qué me pasó por la noche?

- Voy. Cinco minutos y estoy con vosotros. Por el tono que me había hablado antes, no se la notaba enfadada, así que me atreví a robarle cinco minutos para que me viera medio decente.

◎◎◎

Horas más tarde cogí la moto y me dirigí a la hípica para montar a mi yegua. Era una preciosa ejemplar marrón oscuro de una de las mejores razas para salto: Holsteiner. Con mi padre la adoptamos en un refugio, donde rescataban animales de maltratadores, cuando solo era un potro. Desde aquel día supe que mi amor por los animales iría a más.

Mientras montaba estuve intentando recordar que fue lo que hice anoche para terminar de la forma en que lo hice. Yo no bebía. Es decir, si me invitas a una copa no te diré que no, pero normalmente no suelo beber. Aparte de que no me gusta mucho, tampoco le sienta bien a mi estómago. Tengo la suerte de que mi mejor amigo tampoco bebe casi nada, y cuando salimos de fiesta no tengo que ser la "mamá del grupo" yo sola.

𝟖𝟓 𝐝í𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚 [Plex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora