~ chapter 𝟐 ~

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ᴅᴀʏ 2

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ᴅᴀʏ 2

𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐢𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐬𝐨𝐧𝐫𝐢𝐬𝐚

~ 𝘓𝘰 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘦𝘴 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘵ú 𝘮𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘷𝘰𝘤𝘢𝘴 ~

Alejandro Ordóñez -


El aumento de temperatura provocó una incomodidad en la habitación, haciendo que todos los presentes nos despertásemos a la vez.

Me froté los ojos con el propósito de enfocar, provocando una leve irritación en el contorno.

Eché un vistazo rápido a la sala, y pude distinguir una tela blanca que colgaba de las camas para impedir que los mosquitos nos picaran cuando cayera el último rayo de luz. También pude ver unas mesitas de noche, hechas de madera, situadas justo al lado del mueble sobre el cual me encontraba yo.

Antes de salir, agrupé algunos de los pelos sueltos y confeccioné el que debería ser una coleta, aunque viendo como me quedó, parecía más un churro. Opté por ponerme crema solar, puesto que el día anterior no lo hice, y terminé más roja que mi pelo.

- Buenos días, chicos.—  hablé bostezando, tapando mi boca con la mano. — ¿Cómo habéis dormido? — me interesé, sentándome en una de las sillas libres.

- Yo regular. — me miró Jopa. — Pero de seguro que mucho mejor que Plex y Adri, sin duda.

Dirigí mi mirada a los nombrados con una expresión seria y de preocupación.

- Ayer por la noche tuvimos que ir donde nos dejó Caca para poder subir el vídeo. — profundizó el de perilla, ganándose mi atención.

- Además, — intervino Dani — ayer me quemé tanto que casi no me podía mover, porque me dolía el roce de las sabanas al entrar en contacto con la piel.

Antes de que pudiera terminar, inconscientemente me acerqué a él y le puse la mano en la frente para asegurarme que no tenía fiebre. Luego, me coloqué detrás suyo y observé la rojez de su espalda.

Con suerte mi madre me había puesto, antes de marcharme, un bote de aftersun en la maleta, así que fui a comprobarlo.

Cuando ya tenía toda la espalda empapada de la loción que le disminuiría la rojez, salimos fuera para apreciar el paisaje.

A lo lejos pudimos observar una manada de cebras, que pasturaba tranquilamente a bastantes metros de nosotros.

Con Dani y Jopa decidimos acercarnos más, para así poder contemplarlas de más de cerca.

Sabía que no era lo mismo, pero me recordaban a Hera, mi yegua, y todas las veces que iba a montar para desvanecer mis preocupaciones.

Después de desayunar preparamos las maletas y nos fuimos de safari. Llevaba poco tiempo conociéndoles, pero por lo que sabía de ellos hasta el momento, intuí que Borja no lo pasaría muy bien rodeado de carnívoros.

𝟖𝟓 𝐝í𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚 [Plex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora