Año 2019
"Examen otra vez"
Suspiré cansada, estaba en el oscuro vientre del autobús, y me hundía en el asiento desgastado sintiendo el temblor de las ruedas contra el pavimento. Aún tenía sueño, apoye mi frente contra el cristal del automóvil, lo sentía frío, pero era justamente lo que necesitaba para calmar mis pensamientos.
No había tenido una semana... de hecho el último año de mi vida fue totalmente un caos, a decir verdad toda mi vida pesaba y caía como una tormenta oscura sobre mis hombros desde mi cambio de instituto, a menudo luchaba con las ganas de quedarme en cama y no salir de ahí en muchos días, el cansancio mental siempre es peor que el cansancio físico, te desgasta, se convierte en un monstruo devorador, como un fuego que arde sin piedad, pero no tenia ganas de quejarme de eso, y lo afrontaba, estaba segura que eventualmente algún dia terminaría por acostumbrarme.
Después de todo ir de una institución pública a una privada, no era fácil para nadie, los cambios abismales que existen en los tipos de enseñanza se vieron reflejados en mis primeras calificaciones el pasado año, y no, no me sinti para nada conforme.
—Bueno muchachos, señoritas bajen con calma, llegamos —pidió el chófer del transporte.
Las voces a mi alrededor se mezclaron en un murmullo incomprensible, y mis compañeros corrían con prisa para adentrarse y no llegar tarde a la formación de los lunes, en tanto yo esperé con calma hasta al final, no tenía apuro alguno, si pudiera hacer algo para retrasar mas el tiempo de seguro lo hubiera hecho, cualquier cosa.
Odiaba al profesor de Química, odiaba sus exámenes, odiaba la quima orgánica e inorgánica con todas mis fuerzas.
—Hasta luego señor Rene, gracias —dije.
—Que le vaya bien señorita Mileya, nos vemos en la salida. —contesto con un movimiento de cabeza animado.
Inhale profundamente, y descendí con pasos laxos quedando al frente de la gran puerta que nombraba "Instituto secundario San José" en letras blancas sobre todo el contraste azul y lineamiento amarillo del garaje y las murallas altas que se extendían seis pisos. Definitivamente no quería entrar, mis dedos acariciaban el borde de mi mochila que en esa ocasión pesaba demasiado, pues tan solo dias antes del fin de semana, mi amiga Karla había tenido que ir al hospital, y por supuesto como buena amiga, yo debía presentar todas sus tareas de ese dia.
No conté con el peso extra, jalaba mi espalda con fuerza tambaleándome, no como cuadernos, eran como piedras, debía estar llevando piedras seguramente.
El cielo estaba nublado, y el viento que agitaba las hebras de mi cabello parecía avisarme entre susurros que algo sucedería, tal vez algo cambiaría, tal vez no reprobaría el examen con el profesor de Quimica. Oí el timbre, y me apresure, di un paso, un solo paso en un mal lugar, en una pequeña excavación entre el cemento que no vi, entonces caí.
Las piedras mezcladas con la tierra del suelo se incrustaron en las palmas de mis manos, podía sentirlas dañarme con molestia, la vergüenza de que todos se detuvieran a verme era mucho peor, ¿Porque Dios me trataba así?. Sacudí la cabeza aturdida pocos segundos, y al alzar la mirada con lentitud vi a alguien. Estaba quieto a pocos pasos de mi, con los brazos cruzados y el uniforme, por la sonrisa que se le dibujaba en los labios supe que habia presenciado mi patetica caída.
Cerré los ojos con un nerviosismo incontrolable en mi interior, mi cuerpo comenzó a temblar, me puse en pie y salí corriendo, escape con torpeza mezclandome entre las personas que habían en el lugar, pero aún sentía su mirada sobre mi.