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S O B R E   E L   E S C E N A R I O



Una vez que había pasado por la habitación de su hija para asegurarse de que estuviera bien y descansando, Stolas se encaminó hacia el pasillo que llevaba a su estudio/oficina; el escaso sentimiento de alegría en su interior lo abandonó cuando la puerta de la habitación de su hija se cerró y su rostro no tardó ni tres segundos en hacerle justicia a cómo en realidad se estaba sintiendo él.

El fuerte rugir del motor de algún automóvil fuera del palacio captó su atención y provocó que, de manera automática, su distraída mirada ahora se dirigiera al cristal morado traslúcido que conformaba a una de las cientas de ventanas que existían en su palacio.

Su vista fue recibida con la figura de su esposa vestida de gala subiéndose pomposamente a un auto, un diablillo sosteniendo la puerta de dicho auto y otro sosteniendo un pequeño pero elegante bolso que pertenecía a su esposa.

Nada que fuera de su interés.

Estando a unos segundos de apartar su mirada y seguir con su camino, de alguna manera su esposa desde afuera logró sentir su mirada y reconocer que se trataba de él viéndola desde la ventana y no tardó en devolverle la mirada de forma penetrante junto con un matiz curioso.

Stolas se vio en la obligación de apartar la vista y la sensación de escalofrío fue inmediata en darle un recorrido a su cuerpo una vez que, a pesar de haber una considerable cantidad de metros de distancia, la mirada amenazante que su esposa le había enviado le había obsequiado también la sensación de que ella estaba viendo a través de su alma mientras sostenía un cuchillo, lista para atravesar sus entrañas con él en cuanto él hiciera el más mínimo movimiento.

No solo eso, sino que también un no tan rápido recuerdo de la discusión que habían tenido unas pocas horas antes regresó a él y, por unos fugaces segundos, esas desagradables imágenes en movimiento fueron lo único que su mente logró reproducir para él.

La voz de su esposa en alto volumen resonó en su cabeza haciendo eco y casi pudo sentir como volvía lastimar a sus oídos, lo que lo llevó a apretar sus ojos con fuerza y obligarse a tratar de no pensar en el recuerdo y, si era posible, olvidarlo también.

Su mano se fue de manera instintiva hacia un lugar específico en la parte trasera derecha de su cabeza, haciendo una mueca cuando su propio toque provocó que el área palpitara con ardor una vez más.

Cuando retiró su mano y le echó un vistazo, su dedo índice y medio estaban embarrados de un líquido un tanto espeso de color azul oscuro, a lo cual Stolas suspiró con desánimo y su rostro creó un semblante aún más decaído.

Pasó la mano untada de sangre por alguna parte de su ropa en busca de deshacerse de ella sin importarle la mancha que causaría y en su bolsillo buscó su teléfono, mirándolo con indecisión una vez que lo tenía en su mano y el chat de Blitz se encontraba abierto.

«¿Debería cancelar la reunión de hoy?».

Stolas se preguntó a sí mismo y tecleó algunas letras, sin embargo, se detuvo y luego se apresuró a borrarlas todas.

No sabía qué hacer, no estaba muy emocionado por tener sexo esa noche, pero sí tenía deseos de, al menos, ver a Blitz y escuchar su voz. O simplemente sentir su presencia.

Después de todo, Blitz era quien —aparte de su hija— le hacían sentir un sentimiento de felicidad tan grande que llenaba su alma y corazón lo suficiente para que su mente se dejara de concentrar en la aflicción que cruelmente se había empezado a hospedar en su interior desde el día en que su matrimonio empezó, o incluso más antes de ello.

Destello de Algo Más - [Three-Shot Stolitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora