Maratón 1/2

Beatrice

Odio hacer turno de noche, y más sabiendo que trabajo en un McDonald's, pero no uno cualquiera, si no, uno lúgubre que hay al final de una calle, tiene poca iluminación y poco más y parece sacado de Five Nights at Freddy's.

Todos los días son siempre iguales, abrimos, trabajamos hasta hartarnos y cerramos. Siempre igual, día tras día desde que te contratan, hay veces que te toca en el mostrador, otras en cocina, pero siempre será ese bucle infinito.

Es invierno y hace un frío que pela, normalmente las chicas llevamos una falda larga y la camiseta del trabajo, pero yo odio llevar falda, así que voy siempre con el uniforme de chico. El problema es que ya no es lo mismo, no desde esa noche.

Una noche como todas, entró él, pelo castaño y ojos del mismo color, alto, con unos cuantos tatuajes en las manos y brazos, al menos visibles, iba vestido con una cazadora de cuero, una camiseta blanca y unos vaqueros negros, parecía un tipo de esos que van en las motos en las típicas películas.

Al principio me hizo gracia, fue verle y sonreí, luego suspiré y puse una cara seria, no debía reírme de mis clientes.

Hace gracia, mucha gracia.

Shhh que me reiré más.

Él se acercó para pagar y yo le mire mal, tiene un pequeño lunar al lado del labio y una mirada un poco bastante calculadora.

— Quisiera pagar —le cojo el ticket de la mano y pongo el número en la pantalla

— Doce euros con setenta y ocho céntimos —le digo, el saca su cartera y mientras miro el reloj, faltan cinco minutos para el cambio de turno y poder irme.

— Aquí tienes —me da un billete de veinte, suspiro, hago el trámite, le tengo que devolver siete euros y veintidós céntimos, se los doy, sus manos están calientes, arden y las mías frías, heladas como la nieve, me sonrie y se va a esperar a la otra fila, la de recoger el pedido. Miro la hora y veo que acaba de terminar mi turno, me alejo de allí y voy a cambiarme, me quito el uniforme y salgo afuera, de mi bolso saco un cajetilla de tabaco y enciendo un cigarro.

Le doy una calada y suelto el humo, un rato después oigo que alguien tose a propósito y me giro.

— ¿Uh? —le veo, al chico de antes, me sonríe y se acerca a mí.

— ¿Por qué fumas? —me dice y yo le miro a los ojos, un poco seria.

— Para no tener que estresarme...

— ¿Y eso que tiene que ver? —la pregunta me pilla por sorpresa, suspiro y le miro cansada.

— Mira... No llevo aquí siete horas seguidas para que ahora me vengas tú a joderme el día ¿Entendido? Y también fumo por qué quiero y puedo así que, si te vas a quejar, hazlo en otro lado.

Él mira su móvil, yo en fijo en el fondo, una chica y él, me suena haber visto a ella chica más de lo que creo.

— ¿Por qué llevas esa ropa? Parece de prostituta —dice él, refiriéndose a mi falda y top y yo ya, cansada le miro.

— Prostituta tu novia —le suelto, ya se de que me sonaba la chica de la foto.

— ¿Qué sabrás? —dice, notablemente molesto.

— La veo cada fin de semana con un chico distinto pasando por aquí, piden algo de cenar, se dan unos besitos, unas caricias bastante cariñosas para ser solo amigos y se van —le respondo.

— Vete a la mierda.... —Dice, parece enfadado y yo sonrío orgullosa.

— Creo que tú te sabes mejor el camino —le respondo de golpe y ofendido se va de aquí hacia otro lado.

Después de una hora o dos, me voy a la residencia, y veo a mí compañera corriendo hacia mi, tiene el pelo marrón, es alta y encima va con tacones.

— ¡Beatrice!

— ¿Pasa algo? —le pregunto.

— Me tengo que ir de la residencia por qué mis padres me han encontrado un piso cerca y ahora un chico estará en nuestro apartamento compartido.. —dice super rápido.

— ¿Cómo? ¿Te vas? ¿Cuando?

— Me voy ya, byeee cuídate, espero que el chico nuevo no te moleste, cualquier cosa me llamás ¿Sí?

— Está bien Sasha —le digo y ella se va corriendo con su maleta.

Voy subiendo las escaleras poco a poco, abro la puerta de casa y le veo.

— No me jodas... —digo yo y él se gira.

— Puta mierda... —Dice él.

— ¿Qué coño haces aquí? —decimos a la vez.

— Es mi piso —le respondo yo.

— Espera.... ¿Eres Beatrice Johnson?

— Sí ¿Y tú?

— James, James Cullen.

— Pfff como los de Crepúsculo —le digo entre risas y voy a mi habitación, asegurado me está matando con la mirada, pero meramente, me la pela.

Noches de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora