Hurt - bbangsaz EDITADA

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—Mierda...

Me desperté con la cabeza palpitando y la boca seca, con un sabor amargo que me hizo fruncir el ceño. Parpadeé un par de veces, tratando de enfocar mi vista en el desastre a mi alrededor.

El suelo estaba cubierto de latas de cerveza vacías, botellas a medio terminar y ropa esparcida. Un fuerte olor a alcohol, cigarro y sudor impregnaba el aire.

Miré hacia el sofá. Chaein dormía profundamente, su respiración pesada, con Yuri encima de ella, ambas en ropa interior.

Pasé una mano por mi cara y suspiré. ¿Qué carajo hice anoche?

Bajé la vista a mí misma. Mi camisa había desaparecido. Solo llevaba puesto el pantalón y brasier.

Joder.

Busqué mi celular entre el desastre de la mesa y cuando lo encontré, la pantalla marcaba 6:37 a.m.

Mierda.

Me puse de pie tambaleándome, sintiendo una punzada de dolor en las sienes. Mis músculos estaban tensos, agotados. Tenía el cuerpo adormecido, pero la culpa comenzaba a abrirse paso entre la bruma de la resaca.

No podía permitirme pensar demasiado.

Fui a mi habitación, saqué un cambio de ropa y me metí al baño.

El agua fría cayó sobre mi piel, arrancándome un jadeo. Casi dolía, pero lo agradecí. Necesitaba borrar la sensación de anoche, el caos, el vacío que seguía anidado en mi pecho.

El reflejo en el espejo me devolvió una versión de mí que no reconocía del todo. Ojeras marcadas, labios partidos, ojos apagados.

Solo tenía que aguantar.

Salí del baño con el cabello todavía húmedo y desperté a mis amigas con un empujón.

—Me voy al colegio. Si quieren ducharse, háganlo rápido.

Chaein se frotó los ojos con pereza y se estiró.

—¿En serio vas a ir después de lo de ayer?

—Necesito subir mi calificación —respondí sin emoción mientras tomaba mi mochila—. Tengo un juego el viernes.

No esperé respuesta. Salí del departamento sin decir nada más

El rugido de la moto fue lo único que me acompañó en el camino al colegio.

Cuando llegué y apagué el motor, me quité el casco y vi a Hanni bajando de un auto junto a Danielle.

Qué conveniente.

Mantuve mi expresión neutra, como si la presencia de Hanni no significara nada, y caminé hacia la entrada.

Me dirigí a mi casillero, pero antes de poder abrirlo, Yoon apareció a mi lado con una sonrisa burlona.

—¿Por qué no vienes con Pham? —dijo con diversión—. ¿Terminaron tan rápido?

—Nunca fuimos nada.

—¿Ah, no? —su ceja se arqueó—. Y yo que pensé que estaban saliendo.

Abrí mi casillero y guardé mi casco sin mirarla.

—Pensaste mal.

—¿Solo fue sexo entonces?

Me tensé, pero mantuve la compostura.

—Sí. Solo sexo.

Cerré el casillero con más fuerza de la necesaria y me giré para irme.

Justo en ese momento, Hanni entró por la puerta principal.