Capitulo I

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Abrí los ojos lentamente, el sonido del teléfono vibrando hizo que me despertara, lo agarré y en él había llamadas perdidas de un tal Sebastián.

-¿Quién es Sebastián? -pregunté en voz alta como si alguien me fuese a responder.

Miré toda la habitación y era como si nunca hubiera estado allí, mi mente estaba en blanco, sacudí la cabeza mientras me sentaba en la cama.

Si ese tal Sebastián me llamó debe de ser importante así que marqué yo.

-¿Alizah? -llamó a través del teléfono-. ¿Por qué no me cogías el teléfono? ¿Seguías durmiendo?

-Yo... -de pronto recordé todo de golpe-. Creo que he dormido demasiado, ¿te puedes creer que no me acordaba ni de dónde estaba?

Una sonora risa agradable salió del otro lado de la línea pero cambió a un suspiro.

-¿Estás bien? -pregunté preocupada.

-No te preocupes, niña -dijo-. Recuerda que hoy quedamos en mi casa para el trabajo de Literatura.

-¡Es verdad! -exclamé viendo la hora-. El trabajo hay que entregarlo el lunes. Sebastián somos un desastre.

-Lo sabes bien, es sábado y tendremos que terminarlo ya. Te espero, no tardes.

Colgó y me levanté rápidamente, agarré la ropa que tenía tirada en una silla y me la puse, en eso llamaron a la puerta y mi pequeña hermana Lucía apareció en mi cuarto.

-Ana está aquí y parece enfadada -dijo Lucía con una sonrisa y mirándome desde la puerta.

-Sí y con razón, llego tarde -dije rápidamente cogiendo cuadernos y el estuche y metiéndolos dentro de mi mochila negra.

Agarré el teléfono también y vi la batería para seguido poner los ojos en blanco.

-Genial, me olvidé de cargarlo anoche -suspiré agarrando mi cargador y metiéndolo en la mochila también.

Lucía y yo salimos de mi habitación cerrando la puerta y bajamos las escaleras para encontrarnos a nuestros padres viendo la televisión.

-Buenos días -me saludaron a la vez.

-¿Hay café? -pregunté a lo que asintieron.

-Tienes el café que te gusta en la nevera -dijo mi madre.

Mi madre siempre tan previsora, miraba la televisión con esos bonitos ojos grandes y azules. Fui a la nevera y agarré el café para beberlo por el camino.

-Me voy a hacer el trabajo -avisé pero antes de abrir la puerta me giré de nuevo-. Vendré cuando lo terminemos.

Escuché el "ten cuidado" de mis padres y besé la mejilla de mi hermana. Al salir, Ana me esperaba con los brazos cruzados mientras fumaba. Su pelo negro estaba recogido en un moño y sus ojos marrones me miraban fijamente.

-Deberías dejar de fumar -le dije abriendo mi café y tomando un poco.

-Y tú deberías dejar de llegar tarde -arqueó una ceja, parecía cabreada e impaciente.

-Me dormí, pero llegar tarde no me matará, eso a ti sí -le saqué la lengua y nos pusimos a caminar.

-Esa ropa está bastante arrugada -después de unos minutos en silencio ella me dijo eso.

Puse los ojos en blanco agarrando fuerte la mochila y dije:

-¿Y? Es la ropa que estaba tirada en la silla y si quisiera llevaría la misma ropa toda la semana, lastima que tenga que lavarse porque sino cobraría vida propia.

Lᥲ Cιᥙdᥲd dᥱ LᥙzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora