1- El regreso

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Max me mira desde la esquina de la habitación mientras cierro la valija. Las manos me sudan de solo pensar que en menos de cuatro horas voy a ver a todos de nuevo. Aún me pregunto por qué diablos dije que sí. Al menos él está entusiasmado de pasar unos días conmigo en una isla. Las náuseas me amenazan desde el interior de mi estómago, pero le ordeno a mi cerebro que deje todo en su lugar. Debe verse algo en mi rostro porque Max hace una mueca rara, entre preocupado y divertido. Que se joda. No me parece nada divertido tener que encontrarme con la gente que me hizo bullying en la escuela.

Suspiro mientras arrastro la valija por el pasillo hasta la puerta de entrada. Mi hogar, mi refugio. Un eco ensordecedor me hace burla -¿Por qué diablos vas?- Pero lo bloqueo al instante. Max abre la puerta y pasa primero. Juro que puedo escuchar la energía que emana su felicidad. Lo odio. Él no estuvo conmigo en aquel calvario que fue la secundaria.

—Mara, relájate... Vas a ver que la vamos a pasar bien.

No. Hay. Manera. Grito en mi subconsciente. ¿O lo dije en voz alta? No importa, el resultado no cambia.

—Además, ¿para qué dijiste que sí, si no querías ir?

Listo. La gota que rebalsó el vaso. No, peor. La gota que inundó un pueblo entero de resentimiento guardado bajo llave en lo más profundo de mi ser. Sin siquiera responder, doy media vuelta y corro escaleras arriba con la valija golpeándome los talones. Que. Idiota.

—Mara, no, esperá, ¡era una broma! —No estoy enojada con él. No. Es conmigo misma el asunto. Pego un portazo cuando llego a la habitación y me lanzo a la cama como un misil a punto de explotar. El grito sale aturdido y modulado por la perfecta almohada de mi querido novio. No me importa babeársela. Se lo merece un poco—. Mara abrí, dale.

—No. No voy. Avisa en tu trabajo que el lunes volvés.

—Amor, dale. No seas así, era una broma. Va a estar todo bien. ¿Te acordás que te dijo Luisina?

—No metas a mi psicóloga en esto Max. No tiene nada que ver.

—Tiene todo que ver. Tenes que enfrentarlos, por todo lo que te hicieron.

Hay una pequeña, muy pequeña parte de mí, que sabe que tiene razón. Pero hay otra parte que los mandaría a todos a cagar. Incluido Max. Otro grito sale, pero esta vez se escucha atragantado por los mocos que comienzan a caer junto a las lágrimas.

—Mar... ¿Qué es lo peor que puede pasar? Además, voy a estar ahí con vos. No los voy a dejar lastimarte.

La voz se me quiebra cuando le quiero responder. Me limito a levantarme de la cama y abrir la puerta. Max me mira con sus enormes ojos color café que dicen tanto en este momento. Soy afortunada de haberlo conocido. Hago una sacudida mental de toda la mierda que este viaje representa, y asiento con la cabeza. No hace falta decir más nada. Me abraza unos segundos y volvemos a llevar las valijas por el largo pasillo hacia las peores vacaciones de mi vida. 

El viaje sigue en pie. Por ahora...

Secretamente Tuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora