I.

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No importaba cuanto mirara el cuadro en el salón y luego al hombre en la puerta, era exactamente la misma imagen. No, ni siquiera se trataba de un parecido sino que igual. Y quitando la inquietante imagen de aquel hombre vestido con ropa del milenio pasado, lleno de tierra, el cabello largo hasta casi la cintura y con la cara llena de sangre como si fuera base de maquillaje, con sinceridad le llamaba más la atención que su abuela siempre hubiera tenido razón. Los vampiros existían.

¿Cómo fue que algo que siempre creyó que eran invenciones de su extraña abuela ahora mismo estaba personificado en su puerta?

— ¿Eres el del cuadro? —pregunto sorprendiendo a su interlocutor por su profunda voz, probablemente el ser sobre natural no se esperaba que esa adorable cara tuviera voz de inframundo.

—Este es mi hogar, desconocido plebeyo — sus manos estabas sosteniendo el marco de madera de la antigua puerta como si algo invisible lo estuviera empujando fuera y le costara mucho sostenerse de pie.

Quizás el haber negado tanto la existencia de los vampiros y haber sugerido a sus hermanos que tal vez la abuela debía ser revisada por un especialista eran el karma suficiente, porque definitivamente el vampiro en la puerta sería un problema.


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Hace algunos años.

La familia de Felix había pasado por una serie de eventos desafortunados los últimos cinco años. Todo comenzó con la muerte de sus padres en un accidente en un tren cuando ambos estaban de viaje por su aniversario. A pesar del dolor que sentía por ello no tuvo tiempo suficiente para ponerse triste ya que su hermano menor, Jeongin, solo tenía diez años y necesita alguien que fuera fuerte y lo consolara en aquellas noches en donde extrañaba a papá y mamá.

Felix tuvo que cumplir esa tarea mientras su hermano mayor Minho trabajaba en las tardes para hacer qué la familia subsistiera ya que el funeral de sus padres y las cuentas por pagar los habían dejado casi en bancarrota. Minho trabaja en la semana y Felix lo hacía los fines de semana para no dejar nunca solo a Jeongin, así que el mejor era su asunto en la semana y asunto de Minho los fines de semana.

Hacían cuanto podían porque después de todo no dejaban de tener 20, 18 y 10 años respectivamente. Era agotador tener este tipo de responsabilidad a una edad tan temprana sumándole el hecho de que contaban con muy poca ayuda de la familiar.

Pero el tiempo pasó, ellos habían logrado hacer una rutina y el pequeño Jeongin creció pudiendo cuidar de sí mismo sin que sus hermanos tuvieran que estar 24/7 para él lo que les daba oportunidad de tener más turnos en el trabajo a la par que estudian.

Pronto la universidad fue inevitable, si bien vivían con lo gusto no quería quedarse sin tener una educación como debía ser y aplicaron a cuanta beca les era posible a la vez que también se encargaban de la escuela de Jeongin, ahora más que nunca el gasto era el triple. Pero como si esto se tratara de una espeluznante película salida de la mezcla de merlina, los locos Adams o cualquier película de Tim Burton una tarde lluviosa de domingo mientras los tres miraban Means girls alguien golpeó a su puerta.

Bolsa de Sangre. - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora