dos Verdades y Una Mentira

CAPÍTULO 4

Valerie desde su casa estaba acostada en su habitación, estaba dormida pero se agitaba mucho en la cama, apretaba los ojos y las manos en las sabanas, estaba teniendo una pesadilla, una muy fea, una que se reflejaba en la realidad, mientras tenía aquel sueño la piel de sus manos comenzaron a abrirse con heridas grandes como si algo con una muy grandes garras la estuviera arañando, y luego esa suerte pasó a sus pies, comenzaron a abrirse también, manchando su pijamas y sus sabanas con sangre, se removía a medida que la pesadilla era intenso y el dolor que sentía en casi todo el cuerpo por las recientes heridas y por las van empezando, por esa horrible sensación de dolor, estaba aún tumbada en la cama estaba muy asustada desde aquel sueño parecía como si quisiera huir de algo, sus gemidos de dolor y de terror no se quedaron atrás en ningún momento mientras se removía doblando las piernas y se seguía aferrando a las sabanas con aún más fuerza, y luego de repente gracias a Dios logró despertar.

Respiraba entrecortadamente y sudaba mucho se fijó en sus manos cuando sintió unas fuertes punzadas de dolor y picor, y también recordó aquel sueño y lo que la hacían en él, su rostro mostro una mueca de tota espanto, luego se dirigió a mirar también sus pies, se subió el pantalón de su pijama que ya había manchado de sangre, y luego se subió la ropa y notó lo mismo en su vientre, no sabía qué hacer, ¿qué le ha hecho eso qué?, ¿qué era aquello que vio en su sueño que no paraba de hacerla daño? ¿Que la pasaba?, no tuvo tiempo a pensar en nada más porque de repente sin más vio cómo su cuarto, comenzaba a prender fuego por si sólo desde el interior y notó como si las paredes se ajustaban más dejando el espacio pequeño, se levantó pronto de la cama abriendo la puerta de su cuarto para escapar.

Cuando salió al pasillo, sintió dolor bajo las piernas, como si algo la pinzara y traspasa la piel gruesa de debajo de sus pies, se fijó en el suelo y vio vidrios rotos, muchos vidrios rotos, intentó retroceder hacia atrás pero se encontraba con lo mismo, dejaban manchas de su sangre en el lugar donde pisaba, sentía dolor con cada paso que intentaba dar, no sabía qué hacer, y luego de repente pasó algo extraño, empezó a escuchar una voz, una voz extraña, una que daba mucho miedo la misma de su sueño que la atormentaba, no entendía nada, y se tapaba las orejas para no escucharlo más, y después de un momento la voz cesó, se quitó las manos lentamente y observó el lugar pérdida, luego después todas las puertas que se encontraban en el pasillo en donde estaba, comenzaron a abrirse y cerrarse, golpeándose fuertemente contra, valerie daba pasos atrás pero aun sentía aquellos vidrios la hacían daño y se obligaba a parar y decía:

__vete, ya dejarme en paz por favor... ¡Fuera!.

Luego de repente, empezó a sentir como su piel se cortaba de nuevo, como si pequeños cuchillos la atravesaran a una y otra vez se cubrió las manos en la cara para que dejaran de cortarla allí y se hacían pequeñas heridas pero profundas mientras protegía la cara, y así casi todo su cuerpo fue marcada por esas grandes y diminutas heridas, y nada paro hasta allí, sintió que la tiraban del cabello, y la levantaban del piso hasta arriba donde quedó flotando, fue arrastrada contra la pared por una fuerza invisible, se agitaba las piernas mientras que aún estaba en el aire y se sujetaba el cabello para intentar soltarse, luego de repente fue soltada, y cayó al suelo, los vidrios le dieron justo en una parte de la cara... unos segundos después se sentó sobre ella misma y dio pasaos atrás con las manos arrastrando su cuerpo y después se levantó y empezó a correr, cuando llegó justo a las escaleras, sintió como si la empujaban y tropezó, rodó por las escaleras altas hasta llegar al piso de abajo...

Estuvo allí un rato tirada al suelo, con dolor por todas las partes de su cuerpo, escuchó ruidos raros por el pasillo de arriba, como pasos y se asustó aún más, empezó a escuchar de nuevo esa voz hablarle, miro por todos lados y luego volvió a dirigir su morada a aquel pasillo del piso de arriba, vio una sombra asomarse desde arriba, y esa sombra era siniestra, se levantó rápidamente, salió de la casa, cruzó la terraza y salió a la calle, toda demacrada, caminó sobre el césped desangrando y cojeando de dolor, en ocasiones se caía al suelo pero luego volvía a levantar, tenía que hacerlo tenía que huir, o si no sea lo que sea esa cosa la mataría, ni sabía a donde iba o donde podía ir, no conocía a nadie ni tenía amigos, era alguien solitaria, se paró en mitad de la carretera, cuando escucho una voz surgir detrás de ella y que la hablaba: