Capítulo 5

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Orden cronológico de cagadas en esta noche:

1. Beber alcohol como si fuese agua.
2. Aceptarle el trago a Tessa.
3. Ir a esa fiesta (principalmente, creo que esta debería estar en el número 1).
4. Y otros tres errores que les diré más tarde.

Seguí bailando con mis dos únicos amigos que no fingían hablarme por compromiso: Dan y Tessa. Almas bailarinas. Aquel rubio jamás se volvió a acercar de manera incitadora, así que eso se lo agradecemos a Tessa.

— Así que si hiciste caso a mi mensaje. — Dijo Connor detrás de mi, cerca mi oído.

— Esas maniobras tuyas para acosar a la gente y sacar sus números telefónicos de quien sabe donde, ¿de dónde te sacaste esa habilidades al estilo Sherlock Holmes? — Hablé sarcástica, el alcohol me hacía más lengua suelta qué de costumbre.

Él soltó una risita burlona. — No acosó a nadie y no son maniobras. — Aclaró.

— Claro, fingiré demencia porque no tengo ganas de descubrir tus tácticas acosadoras. — Dije y seguí bailando, pero él no se alejó, por el contrario se acercó un poco más para poder escucharme. Nos hicimos a un lado de ese grupo en donde yo estaba bailando y habló.

— Tu madre te llamaba casi todos los días desde el teléfono de casa, mi padre lleva un control de las líneas, no fue difícil. — Explicó.

— ¡Ahí está! ¡ACOSO! — Chillé.

— Espera, ¿estás ebria? — Preguntó con una cara de fuchi.

— No... bueno, quizás... puede ser... un poquito. — Dije poquito haciendo los dedos así: 🤏🏼.

Él negó con la cabeza y me tomó del brazo. — Ven aquí, tomarás un poco de agua y luego te irás a sentar y en caso de ser posible, te vas a tu habitación. — Ordenó.

Yo por supuesto, no iba a permitir que me guiará de esa forma, fuese estando ebria o no, simplemente absolutamente nadie, ni siquiera mi madre podía tener ese control sobre mi.

—¿Disculpa? — Pregunté enfadada y soltandome de su agarre. — ¿A caso eres mi padre? porque según yo, ese hombre desapareció. — Reproché y justo en ese momento, Nathan se dio cuenta de esa pequeña discusión.

Nathan se acercó a nosotros sonriente y mirando a los ojos directamente a Connor.

— ¿Está todo bien? — Preguntó intercalando su mirada en mí y en Connor.

— ¿Dejaste qué bebiera? — Preguntó Connor molesto.

Y Nathan ni siquiera pensó mucho en su respuesta pero yo hablé antes que él. — No soy una niña ¿vale?, fue mi decisión, Nate no tiene nada que ver. —  Expliqué.

Ambos me miraron y uno de ellos iba a hablar, solo que antes de eso, te diré lo embobada qué quede, cuando los vi a ambos frente a mí, con cara furiosa, Connor con su cabello lacio alborotado y su mirada grisosa intenta sobre mi. Y luego a Nathan, con esos ojos verde claro que brillaba con la tenue luz de las lucecitas. Con sus rizos de destellos doraditos qué ligeramente caían en su frente.

¡Oh dios! ¿pero que bien he hecho para recibir tremenda vista?

Nunca había convivido directamente con hombres, menos de mi edad y mucho menos así de atractivos.

— ¡Vayamos al jacuzzi a jugar! — Grito aquel rubio qué llego con Connor hacía un rato.

Ya habían pocas personas, las chicas que me miraron mal, Tessa, Dan, y los dos amigos de Connor, entre ellos el rubio qué propuso ir al jacuzzi.

El encanto de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora