Parte 1: Capítulo 1

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- ¡No! ¿Acaso eres idiota? – digo enojado.

- Lo siento. Era imposible que no sucediera. – me dice Mike, intentando reponerse luego de correr bastante.

- Oh, Dios... busquemos la pelota antes de que mi mamá nos vea.

- Quédate aquí. Yo cruzaré la calle e iré hasta el patio trasero, agarro la pelota sin que nadie me vea y listo, aquí no pasó nada.

- Es una pésima idea, Mike. – Mike rezonga.

- ¿Qué carajos quieres hacer entonces? Aprovechemos que nadie nos está viendo.

- Es que, ese viejo está loco. ¿Te imaginas que te llegue a ver en el patio trasero de su casa y...

- ¿Y qué? ¿Qué temes que pase?

- No lo sé, está loco. Quizá te dispare, o te secuestre, o llame a la policía y nos metamos en líos.

- Está bien, si el viejo sale e intenta algo, pego un grito...

- ¡Mike, por Dios! ¿Acaso no entiendes que quiero evitar llamar la atención? Sabes como es mi mamá. – Mike revolea su mirada y se voltea a ver la casa que está en frente de la mía, en donde vive el viejo loco.

Para ser sincero, nunca tuve contacto con el vecino de enfrente, solo un par de veces lo he visto a lo lejos, o por la ventana mientras él entraba o salía de la casa. Su cara transmite amargura, seriedad, poco carisma y hartazgo, como todo viejo gruñón. A pesar de que no es un hombre demasiado mayor, nos acostumbramos a decirle viejo. Por lo que tengo entendido, el señor Robert tiene alrededor de unos 50 años o un poco más. No es un hombre demasiado anciano como para apodarlo como "viejo"; pero sus actitudes de viejo gruñón hicieron que mi mamá lo llamara así: "viejo", con una tonada despectiva, con asco y enojo. Y si mamá lo llama así, yo también. Creo que por eso mamá no quiere que tenga contacto con el vecino, debe ser porque le cae mal, aunque también existe la posibilidad de que esté loco. Es que, sale muy pocas veces de su casa, nadie lo visita, no cuida su patio, su casa de dos plantas se está deteriorando y no hace nada al respecto. Quizá, mamá tenga razón: el viejo está loco.

-Escucha, ¿Qué es peor? ¿Intentar recuperar el balón corriendo esos riesgos? ¿O que tu mamá descubra que ya perdiste el nuevo regalo que estabas estrenando hoy?

- Mierda...

- Así es... conociendo a tu mamá, va a hacer un escándalo. Tenemos que recuperarlo. Además, me gusta jugar al fútbol, casi nunca puedo jugar, y ahora que teníamos un balón, no podemos seguir con el juego. Y también, si tu mamá sabe que tiramos el balón hacia allá, no va a dejarte salir a jugar, y eso si será una mierda para los dos.

- Carajo, Mike...

- Hay que hacer algo, Thomi.

Mike me está poniendo en una encrucijada, si mamá se da cuenta que perdí el obsequio de ayer, me mata. Además, fue difícil convencerla para que me dejara salir a jugar con Mike, porque según ella, Mike es un chico que no es muy obediente, ella lo llama "salvaje" para resumirlo. Mike es todo lo contrario a mí en cuanto a conducta, yo soy un chico que sale muy pocas veces de su casa, no sabe lo que es salir a jugar, hacer travesuras, ni jugar en la calle toda una tarde con amigos. En cambio, Mike es todo lo contrario, es alguien muy sociable, que juega, un chico deportista que le encanta el fútbol y que, de vez en cuando, es un poco salvaje. Pero es divertido, es mi amigo, me hace reír y me dio la mano cuando nadie lo hizo en la escuela. Gracias a él, el bullying que yo sufría hace meses, comenzó a cesar. Mike es mi amigo, aunque mamá lo considere como "salvaje" o mala influencia. Además, mamá es demasiado sobreprotectora, estricta y rigurosa, tanto como papá. Deberían dejarme respirar un poco.

- Mike, tengo una idea.

- ¿Cuál?

- Mira, puedo decir que te presté el balón para que se lo mostraras a tu papá en tu casa. Tú, mientras tanto, vas a buscar la pelota. Seguramente, mamá se va a enojar porque te lo presté, pero solo va a hacerme ir hasta tu casa a buscar el balón y listo, se soluciona el problema.

- Está bien, hagámoslo. – si bien, Mike muestra una gran iniciativa para llevar a cabo el plan, se lo nota un poco nervioso y asustado.

Mike respira profundo y cruza la calle corriendo, mientras yo vigilo que nadie esté viendo por la ventana.

La casa de enfrente tiene un alambrado que separa la calle y el patio de la casa. No es un alambrado que precisamente pueda impedirle el paso a cualquiera. Mike rápidamente encuentra un hueco a un costado y entra al patio. Rápidamente lo veo correr hacia el patio trasero y lo pierdo de vista. Esto será rápido. Mejor ni alerto a mi mamá, ella seguro está lavando la ropa y no debe estar enterada de que dejamos de jugar. Solo me queda esperar a que Mike regrese con el balón y listo, problema resuelto.

**

Una vez que paso por el hueco de este alambrado y estoy en el patio, siento un revuelo en el estómago. Nunca creí que iba a hacer algo como esto. Con el cuerpo en tierra, cubriéndome con el pasto que está bastante alto, comienzo a arrastrarme hacia el costado de la casa, en donde hay un acceso al patio trasero por donde vi corriendo a Mike. Pienso arrastrarme hasta llegar al patio trasero, el pasto está alto en todas partes: patio delantero, acceso entre patios y seguramente en el patio trasero esté igual de alto y descuidado.

A medida que me arrastro, pienso en alguna excusa para poder presentársela a mamá: ¿Cómo es que me ensucié tanto la ropa? Claro, es que estuve arrastrándome en el patio del vecino de enfrente para que nadie me vea. Es que también la tierra húmeda no ayuda, y Mike tampoco está ayudando, ya que estuve esperando unos veinte minutos a que regresara. Nunca regresó. La ansiedad me estaba matando, tuve miedo, y antes de avistarte a tí y que te vuelvas loca, mamá, preferí venir y ver por qué mierdas Mike no regresa.

Definitivamente no puedo decirle eso.

Llego al patio trasero. No hay nada. No está el balón, tampoco está Mike. Solo hay un pequeño galpón con una mesa llena de herramientas y suciedad. Hay una pala y un machete al lado de la mesa y un montón de leña debajo de la mesa. Luego es todo césped largo. Veo que hay unos escalones que dan a la puerta trasera de la casa, y al costado de los escalones, una pequeña ventana por la que entraríamos Mike, yo, o cualquier persona delgada o que no sea tan grande o robusta. La ventana está cerrada. Miro a través de ella. Está oscuro, es el sótano de la casa. Solo llego a ver que hay una mesa y... herramientas... muchas porquerías.

Escucho pasos, vienen de adentro de la casa. Se dirigen hacia acá. Alguien va a salir. Es el viejo. Mierda. Me levanto desesperadamente, no sé a dónde correr. Se me nubla la vista, las ideas, los reflejos. Siento el corazón en la garganta. ¡Mierda!

Escucho pequeños golpes en la ventana que da al sótano mientras que escucho que alguien se acerca a la puerta para salir al patio trasero. Es Mike, está en la ventana. Haciéndome señas, dice que me acerque. Me agacho, abre la ventana y susurrando me dice:

-Entra. 

La Casa De EnfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora