Parte 1: Capítulo 3

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 Al subir al segundo piso de la casa, vemos que hay dos habitaciones apenas subimos. Ambas puertas están cerradas. A nuestra derecha hay otra habitación con la puerta entre abierta. Hay una luz encendida. Escuchamos al viejo Robert, parece que está hablando solo.

-Ya te volveré a ver... querida mía. – dice Robert.

Nos asomamos al pequeño espacio que hay para ver dentro de la habitación. Es un cuarto con un piano gigante, un escritorio en donde Robert está sentado, de espaldas a la puerta. Hay otros muebles con cuadros, fotos, cuadernos... y no sé qué más.

Mike me toca el hombro con su dedo y apunta a la mesa en donde está Robert haciendo vaya a saber qué. Están las llaves que Robert usó para la puerta principal. Son unas siete llaves unidas por un llavero. Con Mike nos hacemos unos pasos atrás.

- Son las llaves, tenemos que tomarlas. – me susurra Mike.

- ¿Cuál es el plan?

- Uno baja para distraerlo, mientras que el otro se queda y toma las llaves. Luego tenemos que hacer que suba y que se quede haciendo algo; mientras aprovechamos y nos vamos de aquí.

- ¿Quién se queda? – le pregunto, esperando a que me deje quedarme a mí aquí arriba. Pareciera que Mike entendió mi nerviosismo y miedo y me dejó quedarme arriba.

- Bajaré yo. – además, conociéndome, no tendría la habilidad para llamar su atención y esconderme. No podría, no aguantaría. – Una vez que esté abajo, haré un ruido o algo para llamar su atención y que baje. Tú, escóndete detrás de ese florero grande. - me señala un gran florero vacío – cuando él baje, entrarás, tomarás las llaves y llamarás su atención para que suba. Tú debes hacer un ruido o algo, y alejarte del lugar en donde hiciste el ruido, así él no te ve. Cuando esté muy entretenido, nos volvemos a encontrar en la puerta de entrada. Abrimos la puerta y nos vamos. ¿Preguntas?

- Que buen plan.

- Deberías ver más películas de acción. Tu mamá te trata como a un bebé. – Mike se levanta y camina cuidadosamente hacia la escalera para bajar.

Me dirijo hacia el florero. Gateando, intentando no hacer ruido, me siento a un lado del florero, en donde Robert no podría verme. Me quedo sentado al lado del florero vacío esperando a que Mike haga ruido o algo para que Robert bajara. Escucho que alguien toca una puerta. Es la puerta que está al lado de la habitación en donde está Robert. Estoy a tan solo dos metros de la puerta. Tocan la puerta. Unos escalofríos me recorren la espalda. Miro por debajo de la puerta, no hay luces encendidas en ese cuarto.

-Ayúdanos. – se oye un susurro detrás de la puerta. Pareciera ser la voz de una niña.

El espanto hace que me eche para atrás, provocando que choque con el florero de porcelana. Enseguida me doy la media vuelta para sostenerlo e impedir que se caiga. Escucho el susurro de nuevo.

-Por favor... ayúdanos. Ayúdame.

Me acerco lentamente a la puerta, hasta estar en frente de ella.

-Thomi... abre la puerta. – me dice la niña susurrando.

- ¿Quién eres? – susurro.

- Vamos, Thomi. Abre la puerta. Ayúdame a salir. No sabes lo horrible que es estar aquí... - sigue tocando la puerta – me están molestando, como a ti en la escuela.

- ¿Qué? No... no es gracioso.

- Thomi... abre la puerta. Por favor. – susurra entre sollozos.

- Pero... - extiendo mi mano al picaporte.

- Eso... sí, sí. Abre la puerta, Thomi. Debo salir.

- Espera... - alejo la mano del picaporte.

- Thomi... ayúdame y te ayudaré. Yo te voy a defender de aquellos que te molestan. Sé que te tratan de marica, de tonto.

La Casa De EnfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora