Parte 1: Capítulo 4

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 Abro los ojos. Estoy sentado en un rincón de la habitación, al lado de la mesa en donde Robert estaba trabajando cuando lo encontramos. Mi mano está atada con un precinto a una pata de la gran mesa en la que Robert estaba. Me aprieta mucho el precinto, al punto de que ya no es solo molestia o incomodidad, es dolor. Intento cortarlo o quitármelo de alguna forma, pero no la hay. Estoy solo en la habitación, las luces están encendidas. Tengo que poder salir de aquí. Intento hacer que el precinto se deslice junto con mi muñeca por la pata de la mesa hasta abajo, quizá pueda levantar la mesa y liberarme. Intento levantar la mesa, pero es bastante pesada. Me arrodillo y vuelvo a hacer fuerza. La mesa se hizo un poco más ligera ya que uso más fuerza, pero sigue siendo bastante pesada.

Escucho pasos, alguien viene. Vuelvo a sentarme y disimulo que sigo dormido. Es Robert. Abre la puerta y trae a Mike arrastrándolo del brazo mientras él grita "suéltame, viejo asqueroso". Tengo los ojos cerrados, pero oigo como Robert lo lanza contra una pared y luego le da un golpe en la cara con la palma abierta. Oigo como Mike cae con fuerza, pero sigue consiente. Siento como un chorro de agua cae en mi rostro. Robert me arrojó un vaso de agua fría en la cara.

-Despiértate, pequeño. – me dice Robert. Toma un cuchillo de la mesa en la que estaba antes y mirando al techo dice – Al final sí me estabas ayudando. ¿Querías niños? Aquí hay dos. – Robert ríe, como si en esa risa liberara bastante presión, como si después de mucha frustración, le salieran las cosas bien. – Debo ver qué sigue. – se acerca a la mesa a leer algo escrito en una hoja de papel. - ¿Qué? – Robert suelta el papel y se queda mirando a la pared, como si ésta le estuviera diciendo algo.

Robert está extrañado, es como si estuviera teniendo una conversación telepática con la pared. Robert se me acerca con el cuchillo y me lo pone en la garganta. El corazón está a punto de salirse por mi garganta.

- Tú, mocoso de mierda, tendrás una muerte lenta. Lenta y dolorosa. – me dice Robert.

- ¡Basta! Por favor, no. – le suplico llorando.

Robert comienza a reír a carcajadas.

- ¿Funciona? – dice Robert entre risas. – Sí... creo que está funcionando.

Siento mucho frío, las luces de la habitación comienzan a titilar con frecuencia. El armario comienza a moverse, como si hubiera alguien adentro moviéndose de un lado a otro. Robert ríe, ríe mucho.

-Maldito loco, déjanos. – le grita Mike. Robert voltea a verlo. Dejó de reír, lo mira con seriedad, hasta con enojo.

- ¿Eres valiente, muchacho? – le pregunta Robert.

- Quítale las manos de encima a mi amigo.

- ¿Ah... sí? O sino... ¿Qué harás? Maldito trozo de mierda. – Robert se le acerca, colocándole el cuchillo en el cuello – Crees que puedes servir de algo, pero sabes que no. ¿Recuerdas cuando querías calmar a tu padrastro? No podías, no podías hacerlo, no sirves. No sirves para cuidar a tu mamá, menos para salvar a tu amigo. Nunca pudiste cuidarla, sabes que es tu culpa que se hayan separado...

- No, no es así. – Mike comienza a llorar mientras mira fijamente a Robert. Se puede notar el odio con el que lo mira al viejo.

- Sabes que sí, lo sabes. – Robert comienza a reír a carcajadas. Mike llora.

Robert se aleja de Mike mientras se ríe. Mike rompe en llanto. ¿Cómo sabe estas cosas de nosotros? ¿Cómo sabe lo que me pasó en la escuela? ¿Cómo sabe lo de Mike? Él no se lo contó a nadie, solo lo sé yo.

El viejo Robert parece estar disfrutando de este horrendo clima. Yo solo siento mucho frío, me duele la cabeza, el pecho, el estómago.

El olor a cigarrillo se puede sentir en el cuarto. Veo todas las colillas de cigarrillos tiradas en el suelo, la suciedad... me quiero ir. Comienzo a intentar a levantar la mesa para liberarme.

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⏰ Última actualización: Jan 22 ⏰

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