Bianca.
Mi teléfono suena un par de veces, y decido dejar de conducir para agarrar la llamada telefónica.
Es Santhid, nuestro mejor amigo.
—¿Que tal Cucaracho, por dónde vienes?
Debería de estar cerca, me alegra el hecho de que vaya a estar de nuevo con nosotras. Britney y yo disfrutamos mucho de su buena compañía. Aunque siendo sincera, disfruto más cuando estamos a solos, pero ese es otro cuento... No le quisé comentar nada a Britney de que él venía, quería que todo fuera una linda sorpresa, pero ahora desgraciadamente los planes son otros.
—Ya me falta poco verguita —Lo escucho reír a través del teléfono. —Bianca no es por nada. ¡Pero mierda! Después de mi tuviste muy mal gusto, en serio, ¿como permitiste que tu vagina se comiera una verguita?, tenías que ser como tu mamá, buscarte una vergota.
Definitivamente David es mi momento mas humilde, lo sé.
—Cállate cucaracho. Hay algo que no te he contado —Suspiro dándole un golpe al volante — Es sobre Britney.
—¿Qué? ¿Qué pasó con Brit? —En su voz es notable la preocupación. Mierda, como le explico lo de Britney sin que se altere. Él ve a Britney como una bebé, como una hermana, la hermana que siempre quiso y ahnelo tener. A lo que le diga que solo jugaron con ella, mierda, se va a cabrear.
—Maldita sea Bianca, ¡hablaaa! ¿Que le pasó? —Pregunta con disgusto.
—Quédate tranquilo, ya se como vengarme, es más, he comprado varias cosas. Cuando llegues a la casa te darás de cuenta.
—Bianca dime... o...—Cuelgo. Si sigo aquí paralizada respondiendo sus preguntas nunca llegaré a la casa. Enciendo el auto nuevamente y voy a toda velocidad, las calles están desoladas.
Pienso en que Britney debería de estar por despertar, aunque puede que quede más boba de lo normal. El medicamento es algo grave para una persona que no tiene necesidad de éste, pero estoy segura que lo soportará, por eso decidí arriesgarme. Además, necesitaba que su mente descansara y que sus sentimientos se disminuyan. Hoy no llorará, verá toda la escena, todo él show, sin soltar ni una sola lágrima, gracias al medicamento.
Solo quiero el bien para mi amiga, dopada ella estará mejor, por ahora.
Observo la pantalla de mi teléfono que prende y apaga, es Santhid de nuevo, lo ignoro. Estaciono el auto en la casa, abriendo la maleta para sacar todo lo que he comprado. Estás bolsas pesan demasiado para mí. Como quisiera tener empleados. Llevo con cuidado los malditos penes horrendos hasta dejarlos dentro de la casa. Al salir veo el auto de Santhid estacionarse. No puede ser, ha llegado más rápido de lo que pensé, y aún no se como decirle todo esto.
—Hola — Dice con diversión— señorita verguita.— Lo observo de abajo hacia arriba. ¿Soy yo o está más bueno que nunca? Su piel Canela es tan bella, esos ojitos marrones tan lindos. Sus abundantes y largas pestañas me fascinan tanto. Y esos labios carnosos y gruesos se ven jodidamente provocativos. Mierda, ya lo deseo. —¿Terminaste? — Se acerca a mi pasando su dedo pulgar por la comisura de mis labios —Se te salió la baba, verguita.
¿Se me salió? La de abajo sí.
—Hola, cucaracho. Mira, ayúdame —Señalo mi auto— necesito las bolsas que están ahí. —Explico — Tu las traes, yo las voy acomodando.
—¿Y mi abrazo, no piensas abrazarme? —Pregunta y en sus ojos veo la diversión.
¿Como le explico que si lo abrazo me mojo más, y que lo deseo más que antes?