El Diablo Viste de Morado...[Fnaf Fanfic]

Espejismos De Mi Angustia

 ~Tras la espantosa experiencia en el parque, regresé a mi hogar con el peso de la angustia sobre mis hombros. Buscando algún alivio, me dirigí hacia el baño, abrí el botiquín y tomé una caja con las pastillas recetadas por el psiquiatra. Todo era nada más que un débil intento de calmar la tormenta que rugía en mi interior desde hacía demasiado tiempo. Volví hacia mi cuarto y decidí tomar asiento en mi desordenada cama.~

~Contemplé los blísters que resguardaban esas cápsulas; mis ojos se fijaron en las pequeñas pastillas blancas y verdes en las que podía leerse "Prozac 20 mg". En la otra tableta, se leía "Triazolam 0.25". Me quedé estático, soltando uno que otro suspiro. No podía precisar en qué momento comenzó esta rutina de ingerir estas... cosas en mi sistema, ni en qué instante me transformé en este hombre... en este monstruo.~

~El recuerdo de los eventos perturbadores en el parque aún seguía fresco en mi mente, una sombra oscura que se negaba a disiparse. Me llevé un par de pastillas a la boca y me dispuse a recostarme en la cama, cerré los ojos con la esperanza de que el sueño me transportara a un rincón olvidado de mi conciencia. Sin embargo, en lugar de la paz anhelada, me hundí en lo más profundo de mi mente, donde los recuerdos de un pasado oscuro aguardaban su oportunidad para atormentarme.~

~Vagos destellos de días pasados se entretejían con la oscura sinfonía de mis pensamientos. Los gritos desgarradores de aquellos niños, cuyas vidas había arrebatado de la manera más cruel imaginable, resonaban como ecos atormentadores. Cada quejido se convertía en un eco de culpabilidad, una carga insostenible que amenazaba con aplastar cualquier señal de paz que intentara encontrar.~

~Podía ver las húmedas paredes de la sala segura, los niños con expresiones aterradas en sus rostros mirándome con ojos temblorosos. Los pequeños contemplaban cómo una de mis manos sujetaba por el cuello a un joven. La mano amarilla del traje de Springbonnie tomaba con fuerza el cuello de la niña rubia con el lazo rojo en su cabeza; podía oír cómo su sangre caía, los pequeños "Tip, Tip, Tip" retumbaban por la habitación mientras los demás críos miraban perplejos al "hombre de morado"... me miraban a mí...~

~Luego de aquella escena desgarradora, azoté el cadáver de la niña contra el suelo. Fuertes risas salían de mi boca, los metálicos pasos que daba mientras me aproximaba a los niños sonaban como pesadas cadenas siendo arrastradas por el mohoso suelo. Los niños, aterrados, se mezclaban por la claustrofóbica sala; sus gritos de temor endulzaban mis oídos. Logré tomar a uno por los hombros; mi mirada perdida acariciaba el alma del niño moreno. Efectivamente... él era mi próxima víctima. Rápidamente afirmé mi agarre y lo lancé contra la pared, probablemente fracturando su cuello en el acto; posiblemente lo maté al recibir aquella contusión.~

~Mientras mis pesadas huellas se marcaban por las baldosas bicolores, acababa con las atroces acciones que cometía. Esas pobres almas sin rumbo perecían bajo mis pies, sobre un extenso lago de sangre que se formaba en el suelo. Rápidamente, me quité el traje de conejo amarillo y lo escondí en la zona de empleados; a continuación, tomé los cuerpos de los niños y los metí en trajes de repuesto de los robots de entretenimiento (Freddy, Bonnie, Chica, Foxy y un viejo traje de Fredbear). Después de esos desesperados momentos, salí rápidamente de la Safe Room, y cuando quise llegar a la puerta principal... la pesadilla acabó.~

~Así, en la penumbra de mi habitación, la frontera entre la realidad y la pesadilla se desdibujaba. Mi mente se convertía en un escenario donde los fantasmas del pasado danzaban con cada píldora que intentaba ahogar los remordimientos. En mi búsqueda de redención, me sumergía cada vez más en un abismo interno, donde el insomnio se mezclaba con la oscura reflexión sobre mis propios actos inhumanos.~

~En medio de la penumbra, una ansiedad creciente envolvía mi ser. Cada pastilla que se deslizaba por mi garganta parecía desencadenar un huracán de pensamientos caóticos que se precipitaban en mi mente. El aire se volvía denso, mis manos temblaban, y la realidad misma se distorsionaba ante mis ojos.~