Porque fuiste tú quien se apoderó de esas partes de mí que eran tan caóticas envolviéndolas con fuerza.
No es por divinizarte, pero eres todo lo bueno que hay en este maldito mundo.
Convertiste mis días en lo que hoy llamo atardeceres de mil colores.
Si te vas, en el peor de los casos perdería la cordura y con ella todo lo que soy, en el mejor de los casos encendería un cigarrillo en algún hueco de la ciudad.
Muchas veces he sentido esta opresión en mi corazón cuando todo está tenso, no nos saludamos, no hablamos, nos alejamos, y duele, duele mucho pensar que no tendremos un final feliz, porque yo si lo quiero, quiero que sea contigo con quien comparta mis días, crezca, aprenda, me equivoque, pero sobre todo sea feliz porque es a tu lado donde todo se vuelve tan sencillo, desde un hola hasta un te amo.
¿Alguna vez mi cabeza dejará de sabotearse y empezará a actuar más? Me odio por no poder ser más intenso y darte mi amor sin cuestionarme, me odio por no tener la confianza para caminar por las calles mostrando cariño en público.
Odio esa parte que es tan inútil y deprimente que me deja con ganas de llorar todas las noches. Mierda, en el fondo soy tan débil.
Me gustaría tener tu seguridad, esa es una de las cualidades que más admiro y amo de ti.
Te importa poco lo que los adultos piensen de ti, creas tu mundo cuando estás con tus amigos y te comportas como quieres, eso me parece tan tú, tan perfecto.
Me alegro de ser parte de tu vida y gracias por darme ese amor y apoyo.