El mundo caótico y despiadado como el que conozco hoy en día, donde el dolor y la injusticia parecen ser las monedas de cambio más comunes, hubo un tiempo en el que yo veía la vida de manera muy diferente. Cuando era niño, mi mundo era perfecto y hermoso, una tierra de juegos interminables y sonrisas sin fin. Tenía una madre que era mi refugio, mi sol en los días oscuros. Pero un día, todo cambió de manera irreversible.
Recuerdo claramente ese día, el día en que la guerra llegó sin previo aviso a nuestra tranquila aldea. Salí a jugar con unos amigos, ajeno a la tragedia que se avecinaba. Fue entonces que cuando regresaba de lo que sería mi último momento de niñez, vi cómo mi casa explotaba en un estallido de fuego y humo. Mi madre estaba dentro, y en un instante, todo lo que conocía y amaba se desvaneció en el caos y la destrucción de la guerra por los soldados británicos. Desde entonces, yo vivía en un mundo diferente, donde la sombra de esa tragedia se extiende sobre cada paso que doy, recordándome que la vida perfecta que alguna vez conocí se desvaneció en un instante. Me quedé con un corazón marcado por la pérdida y la impotencia, preguntándome una y otra vez qué podría haber hecho para cambiar ese fatídico destino.
Cuando finalmente logré mi independencia, fue un momento de gran superación para todos nosotros. La esperanza volvió a brillar en los ojos de la gente, y el aire se llenó de un sentimiento de libertad y posibilidades. Fue en ese tiempo de cambio que en uno de mis viajes políticos, conocí a un countryhuman llamado México. Juntos explorábamos los nuevos caminos que se abrían ante nosotros, compartiendo risas y sueños bajo el cielo recién liberado.
Nuestra amistad creció rápidamente, y con el tiempo...quizá a algo más.
Pero fui un tonto, claro mi país estaba liberado, mi gente estaba liberada pero, yo no, yo era una marioneta de mi gobierno, una marioneta que utilizaron para obtener a Texas, solo una distracción.
Intenté explicar la situación, que yo no sabía nada, sabía cuan importante era Texas para México, sabía cuánto quería a su hija, pero cuando quise hablar y reprochar sobre el caos que estaba sucediendo, cuando quise arreglar todo, cuando quise parar al ejército, al gobierno, ellos simplemente dijeron
"Haz echo bien tu trabajo, en sabotear al gobierno Mexicano, a México ¿Por qué no vas y tomas un descanso eh?"
Hizo una seña y dos hombres me agarraron de los hombros como si fuéramos los mejores amigos del mundo, su agarre era fuerte, yo no podía salir, lo último que vi fue el odio puro en los ojos de México mientras lágrimas amenazaban por salir de sus ojos
"¡Yo no lo hice, no lo sabía, México, tienes que creerme, nunca te haría esto!"
Fue lo último que pude decir antes de que cerraran la puerta y me golpearán sin compasión alguna, ese mismo día subieron a Texas al mismo auto que yo, estaba destruida, era solo una niña, lo único que pude hacer fue abrazarla y decirle que todo estaría bien.
Llegamos a mi territorio, y lo primero que hizo aquel llamado "presidente" fue decirme:
"Sigue haciendo buenos amigos Estados Unidos"
Así que ese día prometí, que me haría más fuerte, que nadie podría controlarme y sobre todo ponerme la única regla de:
"No tener amigos"
.
.
.— Señor, estos son los documentos que tiene que firmar.
— ¿Son todos?
— Si señor
— ¿Hay alguna reunión programada para esta semana?
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𝐌𝐞𝐭𝐚𝐧𝐨𝐢𝐚 ▪︎▪︎° ᵁˢᵖᵉʳ °▪︎▪︎° ᵁˢᵃ ˣ ᴾᵉʳú ° AU
RomanceEstados Unidos no era alguien con una buena fama, era frío, estricto, serio, no le importaba nada más que el mismo, odiaba a los latinos y se metía en constantes discusiones con estos. Entonces ¿Por qué? ¿Por qué no te doy miedo? ¿Por qué estás aquí...