Lo que ella quiera ser.

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Lo que hicimos después de bañarnos me ruboriza de solo pensarlo. Supongo que fue un momento tan erótico, lleno de jadeos y respiraciones entrecortadas; caras contraídas y sucios ánimos susurrados en el oído, que me es imposible describirlo. Un cuerpo dentro de otro. Los dos sacudiéndonos, olvidando el pudor, el tiempo… olvidando al mundo. Quizá por la forma en que Nobara se movía, o por su aroma inundando la habitación. Olía como una flor de primavera: vaporosa, fresca, femenina. Una mezcla de olores girando inconexa en el aire. Lo único que sé, es que las uñas de Nobara quedaron marcadas en mi espalda, y en la piel del dorso de mi mano al aferrarse tanto a mí en ese preciso momento en que el éxtasis golpeó su esplendor, empapándola de oscuridad. También sé que tuvimos que bañarnos de nuevo. 

Paso mi mano sobre el espejo empañado y me hago un hueco para observar mi rostro. Mis ojos miran directamente mi reflejo. Es como si no fuera yo, pero soy yo. Se siente extraño. Yo, que había resuelto comportarme con más cautela, terminé siendo cómplice de Nobara. Y a pesar de que no me arrepiento, mi pecho siente un pesar al pensar en Itadori. 

La puerta suena un par veces. 

—Megumi, necesito entrar —demanda Nobara desde el otro lado. Entonces, antes de dar una respuesta, ella ingresa con su característica impaciencia. 

Nos miramos directamente a los ojos y siento que me sonrojo. Ella pasa frente a mí, con una confianza tal que me revuelve el pensamiento. Nobara es segura de sí misma, y tiene todo lo que me fascina en una mujer. Se detiene frente al tocador. 

—¿Por qué parece que tienes cara de frustración, Fushiguro? —pregunta con cierto tono burlesco en la voz. 

—Así es mi cara —respondo, y se echa a reír automáticamente. No puedo evitar unirme a su diversión y río fugazmente con ella. 

—Sé que no eres del tipo que suelte bromas o chistes, pero tu seriedad a veces me resulta cómica —confiesa, mientras trato de analizar cómo a alguien le puede resultar cómico lo no cómico. Sin mirarme, destapa un pequeño frasco de loción facial que saca de su bolso. 

Permanezco absorto en sus movimientos sin decir nada. Nobara es dedicada para sí misma, y eso me gusta. 

Me mira por el espejo al sentir mis ojos fijos sobre ella y en sus orbes puedo ver complicidad. 

—Esto ha sido divertido, emocionante, osado e intrigante —dice con cierta satisfacción, mostrando una sonrisa que curva sus perfectos labios—. ¡Cuánta adrenalina! —exclama—. Lo más gracioso fue la cara de la recepcionista "Ustedes no pueden hacer check-in" —dice imitando la voz de la mujer.

—Lo sé. Somos ilegales. 

—Definitivamente tenemos que repetirlo.

No sé qué decir, así que no respondo. Pero estoy dispuesto a repetir lo que ella quiera. La miro ponerse lápiz labial de tono coral, logrando el contraste perfecto entre su blanca piel y el cobrizo de su cabello. El movimiento de sus labios al abrirse y cerrarse para asegurarse de pigmentarlos completamente, es delicioso.

—No conozco a ninguna chica como tú —digo finalmente, mientras la observo pasarse los dedos entre el cabello. 

—Eso es obvio, Megumi. No conoces a muchas —asegura firmemente con un guiño, y entonces siento que la sangre se junta en mi rostro. 

—Eso no es a lo que me refiero. Además ¿por qué asumes que no conozco a muchas? 

Se vuelve para verme— ¿No me digas que hay otras de las que no me has hablado? —pregunta confundida, con cierta hostilidad en la voz, y su entrecejo se arruga. 

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⏰ Última actualización: Jan 11 ⏰

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