Toda la historia será narrada por la escritora.
La lluvia azotaba Yongin con una furia bíblica, como si los dioses hubieran decidido purgar la tierra de toda memoria de luz. ChangBin observaba desde la cabina del camión cómo los goterones, gruesos como monedas, distorsionaban el paisaje hasta convertirlo en una acuarela derretida. El parabrisas luchaba por mantener la claridad, sus escobillas moviéndose en un ritmo frenético e inútil contra el diluvio. Más allá, la carretera serpenteante que llevaba al pueblo había desaparecido bajo un manto de agua y niebla, como si el mundo se hubiera desdibujado deliberadamente para aislarlos a todos en aquel rincón olvidado de Corea.
Los rumores del huracán —ese monstruo sin nombre que avanzaba por el mar de Japón— ahora se materializaban en cada ráfaga de viento que sacudía el camión con manos invisibles. Los pinos del bosque circundante se inclinaban como penitentes, sus ramas gimiendo bajo el peso del agua. Una hoja de arce, escarlata y agonizante, se estrelló contra el cristal frente a ChangBin, deslizándose luego hacia la oscuridad como un suspiro ahogado.
"Parece el fin del mundo", pensó, y la idea le resultó curiosamente placentera.
"Chan, entra", murmuró, frotándose las manos en un intento inútil por revivir el calor. Sus dedos, entumecidos por el frío húmedo de noviembre, parecían ajenos a su cuerpo. "No tiene sentido que nos congelemos los dos"
BangChan, su amigo desde la infancia y ahora su sombra silenciosa, permanecía de espaldas bajo el aguacero. La silueta encorvada de Chan, envuelta en el amarillo fluorescente del traje de bombero, parecía fundirse con la neblina. No hubo respuesta, solo el leve movimiento de sus hombros al encogerse aún más.
ChangBin lo entendía demasiado bien.
Las últimas semanas habían tejido una telaraña de silencios entre ellos. BangChan, siempre el más hablador, el más brillante, ahora se consumía en una quietud que olía a derrota. "No todos estamos hechos para salvar vidas", le había confesado la semana anterior, mientras observaban las llamas devorar un almacén abandonado. Las palabras habían flotado entre el humo, envenenando el aire.
ChangBin sabía lo que no se decía: el embarazo de SeungMin, los ahorros escasos, la promesa de una vida lejos de Yongin. Chan quería huir, y esa certeza le quemaba el pecho a ChangBin como una brasa mal apagada.
Un sonido cortó sus pensamientos.
No fue solo el chirrido de llantas sobre el asfalto mojado. Fue el gemido metálico de un auto perdiendo el control, el crujido visceral de la carrocería al impactar contra la barandilla, el vacío helado que siguió antes de que el vehículo se despeñara hacia el acantilado. Un silencio grotesco, como si la naturaleza contuviera la respiración.
Luego, el estruendo.
ChangBin ya estaba en movimiento antes de que su mente procesara la orden. Sus botas chapoteaban en los charcos mientras corría hacia el borde, donde el mundo se partía en dos. Abajo, el mar golpeaba las rocas con una furia blanca, y entre las sombras, el destello de un techo de auto sobresaliendo como un diente roto.
"¡Al acantilado!", gritó, pero su voz se perdió en el ulular del viento.
Chan lo seguía, radio en mano, llamando refuerzos. Las palabras se mezclaban con el pitido de las ambulancias que se aproximaban, pero ChangBin solo podía pensar en una cosa: el auto está a punto de caer.
Y entonces, como en cámara lenta, vio el parabrisas empañado.
Dentro del automóvil que pendía sobre el vacío, el mundo parecía haberse detenido. El parabrisas agrietado dibujaba una telaraña de fracturas alrededor de dos figuras inmóviles: una mujer, su cabeza inclinada hacia adelante como una flor marchita, el cabello oscuro pegado a su mejilla por un hilo de sangre que serpenteaba hasta su cuello. A su lado, un hombre de unos cincuenta años aferraba el volante con manos convertidas en garras, sus ojos —tan blancos como la espuma que rugía treinta metros más abajo— clavados en ChangBin con un terror animal.

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Fire in my Heart [Changlix]
FanfictionChangBin es un bombero que rescata a los padres de Felix en un accidente bajo la espesa y fuerte lluvia de Seúl. Se recomienda discreción Nueva mujer (m-preg) © CloudsCL