Creo que estoy ebria, todo me da vueltas pero aún así me termino la lata de cerveza que me han dado y la levanto victoriosa para escuchar vítores a mi alrededor, sonrío y salto con ellos, bailo, bebo más cerveza, jamás creí que este estado sacara mi lado social y divertido.
Siento unas manos firmes en mi cintura, ¿me sorprende que sea el? No, se la a pasado coqueteándome toda la noche. Bailamos unos cuantos minutos y me acerca a él.
—¿quieres seguir la fiesta en otro lado?
Observo su cara, sus ojos gatunos me ven fríamente, dos mechones de cabello largo caen por su frente, su piel brilla debido al sudor y el calor de la noche.
H: ¿otro lado? -alzó una ceja, mi cara debe estar roja.
— solo sígueme.
Voy detrás de el, si vamos a seguir la fiesta ¿porque nadie nos sigue? El mejor truco para pasar por el mar de gente en una discoteca es bailar mientras te haces paso en la pista, nuestros cuerpos cada vez se pegan más y el baile se convierte en una especie de seducción, el no deja de ver mi escote, sus manos juguetean en mi espalda y mi cintura ansiosamente, mis movimientos lo tienen hipnotizado, mi cabello vuela para darme visión y mis caderas se mueven al son de la música me giro para estar frente a él y es cuando me besa, con su mano en mi nuca profundiza el beso, es posesivo, sensual, con ganas de más.
Salimos huyendo de la gente, sé que e subido a un auto pero no estoy tan bien, e bebido demasiado como para prestar atención a los detalles, veo mucho más borroso.
Dos estrujamientos me despiertan, veo fuera de mi ventana y está el chico con un cigarro ya a punto de terminar.
H: ¿hemos llegado? -mis palabras se arrastran por mi lengua dormida- ¿y la fiesta?
— en mi departamento.
Salgo del auto y él cierra la puerta, avienta la colilla de cigarro y me conduce a un elevador.
H: te van a multar por la colilla que acabas de tirar -me rio- irás a la cárcel.
— ¿a quien le importa una colilla? -me observa- joder... estás cocida en alcohol -niega.
H: ¿y eso que? -vuelvo a reír- tu también -con mi dedo lo señalo haciendo círculos- ¿en tu casa también bailaremos? -me acerco a él- ¿hay mucha gente? -pronto se apodera de mis caderas.
— no, solo tú y yo.
¿Qué fue eso? ¿Fue su voz gruesa y ronca? La boca se me seca, siento algo raro en mi, mis pechos se endurecen, siento el palpitar, ¿es deseo? Observo su rostro y después sus labios, quiero todo de él y sé que él quiere todo de mí.
Volvemos a besarnos esta vez de manera diferente, salimos del elevador y casi corre a una puerta, yo lo sigo, no lo dejo maniobrar bien a la hora de cerrar la puerta, lo beso con deseo y pasión, gime al momento de cargarme y recargarme en la pared, sus besos bajan por mi cuello, vuelve por el mismo camino, esta vez me lleva a la encimera de su pequeña cocina, me río un poco al sentir cosquillas en mi espalda, sus manos recorren mis muslos, hasta subir mi falda y delinear el borde mis bragas.
H: esas son mis bragas -tengo la necesidad de aclarar- y ese mi sostén -digo al sentir besos y lengüetazos en medio de mis pechos.
Alza la vista hacia mi, joder... jamás había tenido este tipo de sensaciones, jadeo al sentir una presión entre mis piernas y una pequeña succión en mi pecho derecho.
H: ah... -lo que a salido no sé si se a sido por placer o dolor pero me cuesta mantener mis ojos abiertos.
Desliza mi braga y me abre más las piernas, no a dejado de besarme los pechos.
YG: ¿eres virgen? -pregunta de la nada, asiento- pues ya no -me alza y lo último que recuerdo es la suavidad de las sábanas y la comodidad de un colchón.
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DDAY
Teen FictionDDAY Así le llaman los universitarios a ese día en el que las mujeres pierden su virginidad si es que aún la poseen. Los hombres se atreven a hacer algo que jamás hicieron y siempre quisieron. Todo acaba con una fiesta en algún bar o antro de Ita...